"Hoy es el Mundial de Fútbol y mañana puede ser “La casa de papel” de Netflix por tener mucha sintonía". (Ecuador). EFE/Rolando Enríquez
"Hoy es el Mundial de Fútbol y mañana puede ser “La casa de papel” de Netflix por tener mucha sintonía". (Ecuador). EFE/Rolando Enríquez
/ ROLANDO ENRIQUEZ
Fernando Cáceres Freyre

El Osiptel tiene dos roles. El Osiptel regulador y el Osiptel agencia de competencia (una suerte de Indecopi de las telecomunicaciones).

A fines del 2019, el Osiptel agencia sancionó –en primera instancia– a Latina y DirecTV por haber acordado una suerte de contrato de exclusividad para la transmisión vía TV de paga del Mundial de Fútbol Rusia 2018, y haber resuelto los contratos de distribución de su señal con 36 operadoras alrededor de 8 regiones.

Considerando que Latina tiene los derechos del Mundial de Fútbol de Qatar 2022, el Osiptel agencia ha obligado a Latina a renegociar con todos los operadores mencionados, y con cualquiera que lo solicite. ¿Quiere esto decir que la señal del Mundial –y por qué no de la Champions League– se ha vuelto en una especie de bien público? El riesgo es precisamente ese.

Este fallo –a mi juicio– subestima la capacidad de los consumidores de buscar alternativas para ver el Mundial, al descartar la simple colocación de una antena de recepción de señal abierta encima del televisor para captar la señal de Latina, y así poder ver los partidos del Mundial a costo casi cero.

Y es que la tecnología –sea más nueva o más antigua– que se use para recibir un servicio de telecomunicaciones no debiera ser relevante, al momento de determinar cuáles son los sustitutos adecuados. ¿No es acaso Netflix –vía streaming– un competidor de las empresas de TV de paga? ¿No puede acaso una antena analógica usarse para captar el Mundial en vez del cable coaxial de la TV de paga? Los análisis no pueden ser estáticos. Lo relevante es el costo y los atributos del producto o servicio en cuestión.

En todo caso, si se considera que la señal de Latina no tiene sustitutos para los consumidores, la solución no puede ser obligarla a compartir sin restricción la señal con todo el mundo. Hoy es el Mundial de Fútbol y mañana puede ser “La casa de papel” de Netflix por tener mucha sintonía. Esto terminaría creando muchos desincentivos a la creación misma de contenidos valiosos, en perjuicio de los consumidores.

Frente a este tipo de situaciones, la solución debiera ser que la empresa contrate bajo un mecanismo transparente, como una licitación, pero pudiendo dar exclusividades a empresas en distintos mercados geográficos.

Por último, en el fallo se alega que hay señales sin las cuales los consumidores decidirían abandonar a un determinado proveedor de TV de paga. Eso puede ser cierto, pero aun cuando una conducta como esta afecte a varios competidores de DirecTV, esa no es razón suficiente para considerar que se ha dado una práctica anticompetitiva, porque no se habría afectado el bienestar de los consumidores. Se trata de proteger el proceso de competencia, no a los competidores.

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