Cuando las cosas no son como son, por Ricardo Vásquez Kunze
Cuando las cosas no son como son, por Ricardo Vásquez Kunze
Ricardo Vásquez Kunze

Cuando la prensa no toma una legítima posición política, sino, por el contrario, partidariza la información por tal o cual candidato, lo primero que perece es la verdad. Esta es la moraleja del caso que empezó con un reportaje propalado el domingo 15 de mayo en el programa “Cuarto poder” y que terminó con otro emitido en un espacio alquilado en Panamericana Televisión el domingo siguiente, “Las cosas como son”. 

En el primer reportaje se trató de probar la existencia de una investigación de la DEA al entonces secretario general de Fuerza Popular, Joaquín Ramírez, por lavado de activos, y cuya fuente era un testigo que sostenía haber grabado al susodicho reconociendo haber lavado US$15 millones de la candidata Fujimori en el 2011. 

El audio, es decir, la prueba, nunca ha sido propalado. Y la investigación de la DEA tampoco pudo ser demostrada, pues ese organismo ni confirmó ni negó oficialmente la investigación a Ramírez y, por el contrario, confirmó que la candidata Fujimori no había sido, ni estaba siendo, investigada por el hecho afirmado por el testigo. En síntesis, el reportaje carecía de la idoneidad periodística necesaria como para ser propalado, pues no podía confirmar nada de lo que afirmaba, dejando el hecho noticioso anunciado en el plano de la pura especulación. Así, según una investigación demoscópica hecha para El Comercio, la percepción mayoritaria de quienes lo vieron fue que el reportaje “es parte de una campaña de desprestigio” contra Fujimori.

El 22 de mayo, en un programa de Panamericana Televisión, se propaló otro reportaje que afirmaba que el testigo que acusó a Ramírez y a Fujimori admitía haber mentido. Como prueba de ello se emitió un audio que resultó haber sido trucado. La grave revelación la hizo la periodista Mayra Albán, que renunció al programa y fue con su denuncia al canal que había patinado el domingo anterior. 

Albán reconoció que por una “cuestión de tiempo” simplemente no escuchó todos los audios que recibió antes de propalarlos. Es decir, nadie allí se tomó el trabajo de verificar lo más elemental, o sea, la autenticidad del material periodístico. Solo después de transmitido el fraude, al día siguiente, Albán hace su chamba y se da cuenta de que las cosas no son como son, para vergüenza del cuarto poder.  

Mención aparte merece la actuación del presidente de Panamericana, Pedro Arbulú. Fue él quien recibió el material de una parte interesada como es José Chlimper. Con mayor razón debió asegurarse, por el prestigio de su canal, de que el material fuese auditado exhaustivamente. No lo hizo y lo entregó a un espacio alquilado con fines ajenos al periodismo. 

Por lo menos, en su caso, Panamericana tuvo el decoro de mandarlo a su casa.