Si pudiera elegir el regalo que deberíamos hacernos los peruanos en esta Navidad, sería que nos prometiéramos dejar de ser solo acusadores y críticos, y convertirnos en generadores de soluciones. Veamos.
Desde hace unos años en el país vemos “destapes” sobre malas autoridades, mafias de choferes o pésima calidad de servicios públicos y privados, que siendo vergonzosos han sido útiles. Porque conocer la enfermedad es el primer paso para la cura.
Pero hoy es importante evolucionar hacia la búsqueda de soluciones. Porque castigar a los culpables no arregla el problema, y, a veces, si no se avanza, hasta dificulta su mejora. Lo vemos en el caso de Odebrecht, que ha paralizado la contratación de obras públicas, y en los escándalos partidarios, que han hecho que muchos buenos ciudadanos se abstengan de entrar en política.
Por eso, es importante que quienes hoy se dedican a mostrar los problemas den el paso hacia volverse promotores de mejoras. Que, sin dejar de señalar lo malo que ocurre, tomen como prioridad el promover arreglarlo.
El país ganaría mucho si, por ejemplo, las organizaciones interesadas en vigilar el tráfico comenzaran a educar sobre buena conducción, y si las que hoy miden la delincuencia organizaran a los ciudadanos para protegerse mutuamente. Si las que acusan a los dirigentes corruptos y salen a lavar banderas estimularan a que más personas probas entren en política, y si quienes protestan por el alto costo de los créditos capacitaran a la población en temas financieros. Por cierto esto vale para las organizaciones y también para los líderes de opinión, medios, periodistas y para usted y yo, estimado lector
¿Esto es novedad? Por cierto que no, pues hay organizaciones como la Teletón o las damas de INEN que, más que ser altavoces de la mala salud de las personas, se dedican a curarlas y aliviar su sufrimiento. Y también existen empresarios que aportan para subir la calidad educativa. Y está el ejemplo de los bomberos, que más que quejarse del fuego, se sacrifican para combatirlo.
Cambiar sería un gran regalo para todos. Primero para los que sufren los problemas, pues estaríamos pasando de solamente mostrar sus heridas a empezar a curarlas. También para las organizaciones, que, además de ser más útiles, serían más agradables, pues nadie realmente quiere a quienes solo traen malas noticias.
Pero por encima de todo, sería un gran regalo para la sociedad entera que, al dejar de solo señalar con el dedo lo malo que ocurre y comenzar a asumir que puede mejorar su realidad, estaría en camino de ser una sociedad más feliz. Regalémonos el cambio de sociedad “dedo” a una sociedad que diga “puedo”. Feliz Navidad para todos.