En esta columna suelo escribir sobre política exterior, pero esta vez permítanme hablar de algo más personal: la maternidad.
Un canal de televisión local ha creado el eslogan “Mamá lo puede todo” para celebrar el Día de la Madre, arropándola con anécdotas sobre todo lo que puede hacer mamá. Porque mamá tiene el poder de ser la súper mujer que hace absolutamente todo, que puede ver más allá de lo evidente y que tiene el don de multiplicarse.
Pero no. Mamá no lo puede todo. Y no debe poder hacerlo todo. Frases como esta solo siguen alimentando los mismos estereotipos que venimos arrastrando desde hace décadas y que los tenemos tan normalizados. Que mamá tiene la obligación de estar pendiente de cada detalle: desde las vacunas de sus hijos hasta si faltan servilletas en la mesa. Y que idealiza a esas mujeres que dejan de comer para que sus hijos sí lo hagan, que casi no duermen para poder trabajar sin dejar de atender a los niños, o que aceptan con felicidad todos los roles que tienen que cargar.
Cada vez se habla más de las “maternidades normales”, de mamás que se cansan, que aman a sus hijos, pero también tiene derecho de amarse a sí mismas, de mamás imperfectas que pierden la paciencia y cargan con la culpa.
Estos tiempos son difíciles para ser mamá, porque cada vez son maternidades más solitarias. La familia extendida ya no lo es más y cada vez hay menos contención o red de soporte. Pero, además, la carga mental se ha multiplicado. Basta con entrar a las redes sociales para revisar la cantidad de cuentas que hablan sobre cómo debe ser la crianza, porque ahora tienes la obligación de no repetir los errores de tus padres y tus abuelos para no provocar en tus hijos nuevos traumas.
Entonces, abundan las recomendaciones sobre cómo no exponer a los niños chiquitos a las pantallas, cómo hacer un ambiente Montessori adecuado para el movimiento libre, qué palabras decirles cuando tienen una pataleta y qué alimentación ultrasaludable les tienes que dar (porque, obvio, tienes que preparar junto con ellos deliciosos panquequitos de quinua, chía y plátano). Eso, mientras tienes que tener tiempo para –además de trabajar y/o tener tu emprendimiento– hacer ‘mindfulness’ (porque te tienes que desconectar para poder recargar energías), nadar en mar abierto para estar con la naturaleza o trotar en las mañanas para fortalecer tu sistema inmune. Porque, claro, eres mamá, pero también eres mujer.
Así, no solo tienes obligaciones con tus hijos (añádele más estrés si tienes púberes o adolescentes), sino también con la sociedad que espera de ti que seas una “madre normal” del siglo XXI.