Rolando Arellano C.

La gran discusión actual sobre la es quizás solo la muestra de que todo nuestro sistema educativo parece haber perdido el norte de los objetivos que debe lograr. Veamos.

La esencia de la primaria es integrar niños a la sociedad, con el lenguaje, la lectura y la escritura, los buenos modales y los fundamentos morales y sociales. Luego la secundaria debe darles conocimientos para insertarlos en el sector productivo, como trabajadores capaces de seguir instrucciones básicas. La educación superior técnica debe llevarlos a un nivel mayor de operatividad, enseñándoles aplicaciones para alguna área específica, como electricidad o secretariado. La carrera universitaria que le sigue formará ingenieros, abogados o médicos, con capacidad de entender la ciencia y poder aplicarla a situaciones diversas. La maestría entonces los llevará a mayor profundidad y/o a una ampliación hacia otras disciplinas, como hacer de un agrónomo con maestría en entomología un gran especialista en plagas. Finalmente, el doctorado, el máximo grado en el sistema, formará investigadores, creadores de la ciencia que hace avanzar el conocimiento. Todos partes de una cadena que desarrolla las capacidades de las personas y las hace más felices y productivas para la sociedad.

Ocurre, sin embargo, que hoy en el Perú no es la norma encontrar graduados de primaria que manejen bien su idioma natal y que tengan adecuada formación cívica. Por otro lado, muchos de quienes terminan la secundaria son incapaces de integrarse al mercado de trabajo y para entrar a la universidad deben pasar primero por alguna academia. Y si los graduados de técnica superior tienen una formación demandada por las empresas, nuestra sociedad subestima su importancia. Por su parte la diversa calidad de la educación universitaria ha hecho que se pierda confianza en los diplomas y que muchos egresados recurran a las maestrías para contrarrestar ese problema. De la misma manera muchos doctorados, más que formar para la investigación de punta, se han convertido en requisito formal para acceder a altos puestos en la pirámide educativa.

Así, con honrosas excepciones en cada nivel, resulta evidente que la educación no está formando al peruano que necesitamos y quizás la discusión sobre la Sunedu es solo la punta del iceberg de ese desfase en todo nuestro sistema educativo. Por ello, defendiendo los avances en el control de la calidad universitaria, deberíamos revisar también los objetivos de cada nivel de formación de nuestro país. Para que todas las técnicas, leyes e instituciones que intervengan allí, tengan como norte formar a un mejor ciudadano. Les deseo una gran semana.

Rolando Arellano C. Doctor en Administración de Empresas

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