Una idea de porqué Vizcarra se equivocó con Cateriano y porqué el Congreso se excedió al negarle la confianza: El presidente tiene una indiferencia ideológica que en sí misma no es mala sino práctica. Pero ella le impidió ver la ruta de colisión con el Congreso que había trazado con Cateriano.
Vizcarra permitió a su primer ministro nombrar más de medio gabinete, no lo sumó efectivamente a la idea del Pacto Perú, ni le marcó la cancha en el mensaje del 28 obligándole a hablar por igual de lucha contra la pandemia como de la reactivación económica (el desbalance de tiempos a favor de la última fue clamoroso). En suma, lanzó a un buen político de derecha a ser baloteado por un mal Congreso de izquierda (aunque la comprensible repulsa de muchos no le vea esa catadura ideológica sino interés mafioso en universidades truchas, lo tiene).
La declaración de amor de Cateriano por la minería, en ese foso de madrugada, queda como recuerdo del romántico desfase. Ahora bien, salvo en el Frente Amplio, Frepap y uno que otro voto aislado de otras bancadas; no ha sido la ideología sino otros cálculos los que marcaron la votación. La persistencia de Martín Benavides como símbolo de una reforma educativa que pisó callos es una razón de peso, pero por sí sola no hubiera bastado para arrastrar al Frepap y a AP a tumbarse a Cateriano.
Quizá Vizcarra se equivocó el año pasado –diré algo polémico– al disolver un Congreso con el que era más fácil saber a qué atenerse y con el que su primer ministro Salvador del Solar estaba trabajando un pacto. El reemplazo, fruto de la improvisación y la no reelección, ha sido peor. Vaya ironía que la bancada fujimorista, salvo dos votos en contra, ¡votó a favor de Cateriano¡, aplicando el mismo sentido de responsabilidad de los morados y de Somos Perú. A todos ellos, valga un reconocimiento.
Pero, ya basta de análisis sobre la leche derramada. El gabinete Cateriano cayó y ahora hay que nombrar a otro, repitiendo a los mejores ministros. Presidente Vizcarra, un consejo de un conejo: ya no es la hora pura del ‘casting’ libérrimo sentado en petit comité barajando nombres. Es hora de hacer esas llamadas postergadas a los rivales políticos y preguntarles qué perfil de primer ministro y agenda de salida tienen en mente. Negocie temas y ministros por el Perú.
El Pacto Perú se tuvo que hacer ayer y se tiene que hacer hoy. La guerra del Ejecutivo y del Legislativo ya le ha costado demasiado al país; y hay razones de peso, nada menos que una pandemia en repunte y una recesión brutal, para hacer una tregua y nombrar un primer ministro que llegué al hemiciclo con el beneplácito de algunas bancadas y el aliento de buena parte del país.