Rodrigo Cruz

Hoy no solo se cumplen tres meses desde que decidió torpe e infructuosamente quebrar el orden constitucional con la complicidad de Betssy Chávez y Aníbal Torres, sino también del día en el que los peruanos escuchamos –igualmente a nivel nacional– cómo un exfuncionario de su confianza reconocía ante una comisión del Congreso que le entregaba mensualmente (y por lo bajo) al entonces mandatario miles de soles de los fondos de una empresaria que quería sacar provecho de sus conexiones con el poder político.

Las declaraciones de ambos (corrupto y agente corruptor) significaron el cierre de un círculo de corrupción, y terminaron precipitando lo iniciado por Castillo, lo que marcó su camino a la celda que hoy ocupa en el penal de Barbadillo.

Han pasado tres meses desde que se conocieron las declaraciones explosivas de Salatiel Marrufo y Sada Goray. Sin embargo, eso no significa que lo que se supo en diciembre es todo lo que ambos colaboradores eficaces del equipo especial de la fiscalía saben (los otros son Beder Camacho y José Luis Fernández Latorre). El autor de este artículo tiene conocimiento de que en las últimas semanas ambos han entregado al Ministerio Público más información, identificado a nuevos actores y proporcionado evidencias para reconstruir este caso de múltiples sobornos que ocasionó la acción desesperada del expresidente. Se trata de una ampliación de sus declaraciones, pues lo dicho el año pasado fue solo el inicio y en este festín de coimas queda mucho pan por rebanar y personajes que deben de responder ante la justicia.

Uno de ellos es el exministro de Vivienda , quizá el principal beneficiario –luego de Pedro Castillo– de estos sobornos dados por Goray. Alvarado hoy, curiosamente defendido por personajes relacionados al fujimorismo, enfrentará en audiencia el requerimiento de prisión preventiva por 36 meses que ha solicitado la fiscalía en su contra. No se trata de un personaje menor. De acuerdo con Marrufo, si no era él personalmente, era el exministro quien le entregaba los fondos ilícitos al exmandatario y, además, le daba una renta mensual para que lo mantuviera en el cargo de Vivienda pese a los cuestionamientos.

Alvarado, que quiso mostrarse como un posible colaborador eficaz, pero que al final no se acogió a nada, es una pieza fundamental en esta trama. Una trama que empezó con el testimonio de los dos colaboradores (primero Marrufo y luego Goray), que precipitó la salida de Castillo de la presidencia y que hoy regresa con más información para que se sepa quiénes más, qué otros altos funcionarios, participaron de este círculo de corrupción. Falta aún mucho por saber.

Rodrigo Cruz es periodista