Martín Belaunde Lossio: Para él, los intereses no entran en conflicto, sino en alegre sumatoria. Es un traficante de influencias de nuevo cuño: mientras Óscar López Meneses se concentraba en chupar e ir al sauna con milicos conservadores, MBL seducía a civiles nacionalistas posando como empresario caviar. Se hacía el ‘antisistema’ cuando, en realidad, se montó en un sistema para coimear en las obras regionales. ¡Ahora quiere colaborar eficazmente para que lo dejen libre! ¡Fueeeera de acá!
Daniel Figallo: Es el ministro sin agenda propia como no sea sobar a la pareja presidencial. Cometió el error de su vida: indagar por la posibilidad de que MBL fuera colaborador eficaz. Lección para tecnócratas del Perú y del mundo: jamás te enredes en tapaderas ajenas. Dijo, en “Cuarto poder”, que, tras su indagación, ya no le parece que MBL pueda ser colaborador eficaz. Muy tarde. Lo que tendría que hacer es renunciar ya mismo, antes de que lo renuncien. Al menos, que se despida con una decisión que parezca suya y no de la pareja presidencial.
Yeni Vilcatoma: ¡Miren, pues, a la procuradorcita valiente! Grabó al ministro, pidió su cabeza, se negó a renunciar y confirmó que es más terca que una mula. Su actitud desafiante tiene una radicalidad que no es recomendable para el resto del equipo, pues sino nos quedamos sin procuradores. Pero es honrada, audaz y tiene que estar en el ‘dream team’ de la gran ONG anticorrupción que debemos fundar los civiles hartos de tanta podredumbre.
Ollanta y Nadine: Quieren limpiarse de MBL sin asumir sus responsabilidades políticas. Así no es. Tienen que aceptar el costo de haber fundado un partido sin institucionalidad y haber enrolado a cualquier advenedizo que aportaba en su campaña. Tienen que ser realistas, cortar por lo sano y dejar de complicar más las cosas para el país y para sí mismos.
Ana Jara: Como ministra fue pilas, buena vocera y gran franela; como primera ministra, no está a la altura. Salió a respaldar a Figallo diciendo que no hay nada que ocultar en el caso MBL. Tan necia como cuando dijo que en este gobierno no había lobbies. Su problema no es que sea devota de los evangelios sino de Ollanta y Nadine. Pero el país no comparte esa fe, pues, Ana.
Marisol Espinoza: Ella sí perdió la fe, el poder y sus sueños de gran transformación nacionalista; pero le quedan la simpatía de “Los Simpson” y el rimbombante cargo de vicepresidenta. Desde él aprovechó para pedir que la comisión MBL en el Congreso la presida la oposición. Sospecho que Jara no salió solo para respaldar a Figallo sino como reacción ante su correligionaria rebelde.
Daniel Urresti: Es el verdadero colaborador eficaz del gobierno. Se aparece en todas las capturas, hasta en la de los perros burrier; se pelea con las dirigencias futboleras; brinca para la foto y le dice zambacanuta a la prensa. O sea, nos entretiene y nos hace sentir que el gobierno sí lucha contra la inseguridad; pero no pilla a su prófugo emblemático. Eres gracioso, Urresti.
Juan Jiménez: Cito al ex primer ministro para fastidiar a Jara y Figallo. Después de todo, el pequeño Juan no fue pura franela y sí tuvo una agenda propia en el buen sentido: fortaleció la procuraduría anticorrupción, que se ha tomado tan en serio su chamba que ha chocado con la cúpula.