Rolando Arellano C.

En el gran problema social que hoy vivimos hay varios segmentos que y que deben ser tratados de manera diferenciada. Veamos.

Uno es el pequeño grupo de dirigentes que buscan regresar al poder y que, desde atrás, incitan a la violencia al segundo grupo, el de jóvenes y no tan jóvenes violentistas. Este sigue sus consignas de ataque a la autoridad. Los jóvenes, muchos sin saber por qué luchan, están tan descontentos con el sistema que hasta arriesgan su vida para demostrarlo. Luego hay un tercer segmento, el de los . Este sale a marchar sin ánimo violento para, básicamente, expresar su posición discrepante con el . Finalmente está un gran grupo de silenciosos que, sin ser activistas, se identifica con la frustración contra los políticos y el sistema que motiva a las protestas.

¿Qué sucede si para combatirlos se usa solo fuerza bruta como piden algunos? Esta podrá detener algún ataque, pero afectará solo a los violentistas y dará argumentos sobre la brutalidad del Estado que los dirigentes aprovecharán en difundir y harán crecer la indignación en los silenciosos, algunos de los que pasarán a ser manifestantes activos. Esta es justo la espiral de descontento que los subversivos buscan crear.

¿Qué hacer entonces? Sin duda, controlar con fuerza a los violentistas, pero evitando al máximo bajas fatales en los policías y en los atacantes. No solo porque toda vida es valiosa, sino también porque cada muerte alimenta la insurrección. Así los manifestantes quizás tendrán menos motivación para marchar o controlarán que se haga pacíficamente. Junto con ello se necesita brindar a todos los grupos –es decir, a los violentistas, a los manifestantes y, especialmente, a los silenciosos– información sobre las causas reales de la situación, en su lenguaje y en los medios que realmente siguen, contrarrestando la desinformación que hoy difunden tan bien los subversivos. Hay que recordar, además, que a Sendero Luminoso solo se le venció neutralizando a sus cabezas. Hoy toca un trabajo similar de inteligencia para hacerlo con los dirigentes.

¿Qué eso toma tiempo? Quizás unos días, pero atacando a ciegas se alarga más el problema. De hecho, luego habrá que trabajar con dos segmentos más: la prensa extranjera y la mayoría ciudadana demócrata, pero inactiva. Por cierto, todo será solo un paliativo si es que en el mediano plazo no se enseña a elegir ni se mejora el funcionamiento del Estado.

Para cada segmento en esta crisis se debe usar, entonces, una fuerza distinta. La fuerza de la información para las mayorías descontentas, la fuerza del análisis para ubicar a los instigadores, la fuerza controlada para los violentistas, y la de la razón para mejorar lo que se pueda. Todas fuerzas inteligentes, ninguna fuerza bruta.

Les deseo una mejor semana.

Rolando Arellano C. Presidente de Arellano Consultoría para Crecer