A estas alturas la pregunta no es si el gobierno se atreverá a plantear una cuestión de confianza sobre el Gabinete Zavala, a fin de “salvar” de una censura al ministro Jaime Saavedra en el Congreso. La pregunta es si el presidente Kuczynski está dispuesto a perder un primer ministro como Fernando Zavala y a tirar por la borda los avances de cuatro meses de gestión, todo por un solo ministro, por más valioso que este sea.
PPK no quiere perder a Zavala (quien se tendría que ir si el Parlamento no le otorgara su respaldo), por lo que la suerte de Saavedra parecería echada. La mayoría fujimorista ha notificado públicamente y en privado al gobierno que lo más prudente sería que se retire al titular de Educación en los próximos días. Saavedra comparecerá ante el pleno y será tratado con dureza. Nada de lo que responda cambiará las cosas. La mayoría en su contra es abrumadora (cuenta además con votos del Apra y Acción Popular, entre otros), por lo que no tiene sentido, como algunas voces habitualmente sensatas hoy aconsejan, que el presidente del Consejo de Ministros plantee el voto de confianza a todo su gabinete a fin de neutralizar esta censura. Es duro para el gobierno y pésimo para el país, pero es lo que ocurre cuando el Ejecutivo carece de fuerza en el Parlamento. Y sobre todo fuera de él.
¿Injusto? Desde mi punto de vista sí, pero nada se gana derramando lágrimas. El titular de Educación caerá y por eso el fujimorismo aguarda que, tras la interpelación, el gobierno tome la decisión de relevarlo. ¿Lo hará o esperará a que este sea censurado en los días siguientes? Lo más probable es que ocurra lo segundo, pues debería quedar en evidencia quiénes son responsables de la caída de un buen ministro para poder cargarles el costo político cuando la situación lo permita.
Pero esto ocurre no solo por el peruanísimo adagio “Poder que no abusa se desprestigia”, sino por la creciente debilidad del gobierno. Y no como consecuencia del resultado electoral que otorgó una mayoría aplastante a la oposición, sino por el desgaste ocurrido en los últimos meses. Desgaste absurdo, que refleja la impericia política de Zavala y Kuczynski para convocar cuadros con predicamento ante la opinión pública así como para cultivar o promover alianzas, como se vio claramente en la displicencia de PPK para designar un nuevo titular de Defensa en medio de su escapada de tres días a Paracas –¡tres días mientras el país atendía crisis día a día!– para recibir los aplausos en CADE.
¡Despercúdase, presidente! Está perdiendo la iniciativa política, que es lo único que le queda sin un Congreso a su favor, y eso es algo que sus adversarios aprovechan para presentarlo como cabeza de un gobierno de desconcertadas gentes. Menos Paracas y sí más política.