Somos un país de debates inconclusos. La independencia del Perú, la guerra con Chile y otros sucesos históricos aún son motivo de análisis y polémicas entre nosotros. El pugilato ideológico más reciente versa sobre la llamada guerra interna o el terrorismo de Sendero Luminoso y del MRTA que tanto daño le hizo a nuestro ya complicado país.
El decir Partido Comunista Sendero Luminoso ha provocado encendidos intercambios de voces y letras, algunos consideran ominoso aquello de partido. También el quehacer de la Comisión de la Verdad y Reconciliación –buscando recordar esta truculenta historia– fue contencioso. Generó la construcción del Lugar de la Memoria, al cual este gobierno le zampó de la Tolerancia y la Inclusión Social. Cosas de la insania política.
El presidente alemán Joachim Gauck estuvo de visita en este museo (Alemania lo financió prácticamente) y con mucha sensibilidad habló de la relación entre recuerdo, justicia y la reparación de las víctimas de estas guerras dementes que crea el ser humano. Nos ilustró sobre lo ocurrido en la antigua Alemania Oriental y la reflexión de Alemania Occidental frente a la brutalidad nazi. Esto último empezó con convicción hacia 1970. Antes de esta fecha los germano-occidentales no querían recordar, preferían sepultar en el olvido la vesania nazi.
Cuando la Oriental recuperó la libertad, se conocieron los archivos de la temible Stasi, la policía política. Abrirlos al público provocó un apasionado debate. Se conoció que el vecino de uno lo espiaba. Incluso el cónyuge solo se casaba con uno para reportar a la Stasi. Hubo dolor y arrebato por semejante descubrimiento. ¿Pero qué pasó con la justicia o la sanción? En el caso del nazismo se denunció a los altos oficiales de Hitler. En el espionaje no hubo judicialización.
Semejante decisión ocurrió porque hubo un acuerdo entre diferentes sectores. Pero no se cerró los ojos ante el horror y se atendió a las víctimas. En el Perú la violación de derechos humanos y el terrorismo provocan una discusión obligada en cada campaña política, con la consiguiente polarización que nunca acaba. Amén de juicios kafkianos que llevan años y no llegan a nada.
Los militares atacaron a Sendero y, equivocadamente, también a población civil. Ellos alegan que recibían órdenes y que trabajar en zonas de emergencia era ver a la muerte cada segundo. Sendero mató a campesinos y militares e inició la guerra. Muchos senderistas están presos. A ellos no les corresponde la amnistía como lo piden con insistencia.
Probablemente la próxima campaña electoral estará envenenada con este doloroso debate que nos encona políticamente. En su reflexión el presidente Glauck dijo que no hay nada más sano para un país que esclarecer sus culpas y no negarlas, agregando que un ejército democrático debe hablar abiertamente de este espinoso tema y además reflexionar sobre cómo se abandonó la senda de la legalidad. “Eso duele. Pero en el momento en que un grupo es capaz de dar testimonio de ello, las víctimas demuestran una generosidad increíble. Se muestran bondadosas si los victimarios no rehúyen la verdad. Y la verdad es algo que a veces duele, pero a la postre sana”. Añadimos: y reconcilia. Además nos une.