Keiko: 100 días, por Ricardo Vásquez Kunze
Keiko: 100 días, por Ricardo Vásquez Kunze
Ricardo Vásquez Kunze

“…los defectos de los hombres viven en el bronce; sus virtudes las escribimos en el agua”. Shakespeare

Que el 38,3% de peruanos apruebe el desempeño de Keiko Fujimori como líder de la oposición con base en su mayoría parlamentaria no es una mala noticia para Fuerza Popular, pese al aforismo aquel de que “el poder desgasta solo a aquel que no lo tiene”. 

La señora Fujimori obtuvo en la segunda vuelta el 49,8% de los votos, por lo que los 11 puntos menos de diferencia con su actual posición se explican básicamente por la expectativa que todo nuevo gobierno genera. 

Es decir, es obvio que en un mano a mano con PPK al inicio de su mandato, Keiko tiene las de perder, pues como ni ella ni el presidente han hecho nada sustantivo como oposición y gobierno, manda la esperanza en que el gobierno sea bueno antes de que lo sea la oposición pues, en la lógica de la mayoría, si el gobierno es bueno, ¿para qué sirve la oposición?

Sin embargo, que el 54,8% de peruanos desapruebe su gestión sí es íntegramente responsabilidad de la señora Fujimori. La percepción más generalizada es que Keiko no ha sabido voltear la página de la derrota del 5 de junio. 

Ha abonado esta tesis el hecho de que su bancada, descolocada ante la frustrada expectativa de ser la de gobierno, ha entendido erróneamente que su actual papel es el de criticar sin más todo lo que se mueve en el gobierno de PPK, que, ciertamente, no puede ser mucho en la medida en que recién está empezando a funcionar. 

Así, la opinión pública percibe que las críticas del fujimorismo para con PPK y su gabinete son gratuitas y, por lo tanto, fuera de lugar. Esto, evidentemente, genera el rechazo que cosecha hoy Keiko.

Entonces, el primer desafío de la señora Fujimori y de su bancada es romper con esa percepción de despecho que, legítimamente o no, han generado en la mayoría de peruanos, incluso en los que no siendo fujimoristas votaron por ella en la segunda vuelta, convencidos de que era la mejor opción para gobernar el Perú.

Siempre he sido de la opinión que, salvo errores garrafales con consecuencias claramente predecibles, un nuevo gobierno no puede ser juzgado sino hasta los primeros 100 días de ejercicio del poder. En esa tradicional “luna de miel” con el país, cualquier crítica debe ser sustantiva y no adjetiva, de tal modo que no parezca una majadería o un boicot. 

Los primeros 100 días de Keiko como líder de la oposición mayoritaria en el Congreso deberían seguir ese derrotero. Elevar el nivel del debate público es hoy su negocio político con miras a la investidura del primer ministro. Eso y esperar a que haya algo realmente importante que criticar o fiscalizar de aquí a fin de año.