Keiko es ‘naker’: no a Kenji, por Fernando Vivas
Keiko es ‘naker’: no a Kenji, por Fernando Vivas
Fernando Vivas

Lo que ha ocurrido en Fuerza Popular es una insurrección. Ni más ni menos. Kenji cree (o quiere creer, o se hace el que cree) que el partido es una marca familiar, y en el 2021 a él le tocaría postular si Keiko no gana ahora. O sea, un “ya, hermanita, ya fallaste dos veces, ahora me toca mí”, bajo la mirada tutelar de papá Alberto. 

Ahora es cuando Keiko podría demostrar que es una lideresa con personalidad propia, y no un commodity político de la familia Fujimori Higuchi. Ahora es cuando tiene que decidir y pasar por disciplina a un pez gordo, nada menos que su hermano, en nombre del partido que ella fundó en el 2010 y del que su padre ni siquiera es militante.

Alberto no, pero Kenji sí milita en FP. Es el secretario de medio ambiente y recursos naturales en un consejo ejecutivo nacional (CEN) de 18 dirigentes. No está en el entorno íntimo de Keiko (Ana Vega, Pier Figari, Joaquín Ramírez, Úrsula Letona, José Chlímper y algunos más). Ni siquiera lo incluyeron en el comité que evaluó las candidaturas congresales y por eso criticó públicamente el descarte de Cuculiza, Aguinaga y Martha Chávez. 

La insurrección de este sanguíneo factor K, empezó años atrás. Fue visible en el Congreso, cuando formó su propia e informal ‘bancadita’ con Julio Gagó y los ‘albertistas’. De ahí que el primero que salió a ‘traducir’ los tuits de Kenji al 2021 ha sido Gagó, a quien, por cierto, Keiko defenestró de su entorno por el escándalo de un audio donde este habla de artimañas para hacer negocios con el Estado.

O sea, Kenji nos notifica que tiene un proyecto político propio, a pesar de su hermana, y que no hay un solo fujimorismo. Él encarna el ‘albertismo’ (la Unidad de Investigación de El Comercio demostró que llevaba operadores políticos a hablar con su padre) y sus nostalgias del 5 de abril. En el polo opuesto de Keiko, Kenji sí ha reivindicado el autogolpe cada que se lo preguntan.

Lo insólito es que la insurrección se anuncie en plena campaña, comprometiendo la victoria de Keiko. No voy a pecar de ‘conspiranoico’ y sugerir que Kenji quiere que pierda Keiko, porque así tendría el camino expedito al 2021 (si la hermana gana, la ley impide que la suceda un familiar directo). Creo que reaccionó por puro malhumor ante la minimización que Keiko suele hacer de sus ambiciones, y envalentonado por ser el congresista más votado. 

Cualquiera que sea la motivación del hermano menor, la pelota está en la cancha de su hermana. Se le ha presentado la extraordinaria ocasión de afirmar melodramáticamente su liderazgo ante su partido y ante su electorado. El cuento de Keiko se pone tan entretenido que ella podría convertirse en una insólita ‘naker’: no a Kenji.