La última encuesta de GfK trae como novedad un triple empate por el tercer lugar en la intención de voto presidencial, habida cuenta de que el primero lo encabeza, con 36%, los que no han decidido su voto (17%) o no les gusta ningún candidato (19%). Solo después viene Keiko. Como el margen de error consignado es de 2,7%, el tercer lugar se mueve entre el 6% de Alan García, pasando por el 7% de César Acuña hasta el 9% de Pedro Pablo Kuczynski (PPK). El empate, sin embargo, no tiene el mismo sabor para todos.
Aunque PPK encabeza aún el pelotón, su intención de voto es regresiva, pues ha perdido 2% desde la medición de octubre. García ha perdido un punto porcentual, lo que tampoco es una catástrofe después de la artillería pesada que ha recibido su postulación debido a su política de indultos y los autogoles relacionados a su plan de gobierno. Lo que sí podemos afirmar con certeza es que su candidatura está estancada en su núcleo duro de votantes –que se encuentra en el rango del 8% de julio al 6% de noviembre–. El que sí ha dado un salto significativo es Acuña, quien ha sumado 4% desde setiembre. Hasta aquí el marco general.
Era evidente que la foto Keiko-PPK no podía sostenerse permanentemente. En la civilización del espectáculo ello es imposible por la sencilla razón de que aburre. De tal modo que lo más probable es que para la próxima medición haya desaparecido de esa foto la candidatura más débil –que, a todas luces, no es la de Keiko Fujimori–. Para PPK eso es una muy mala noticia.
La fortaleza de la candidatura de PPK estriba, a mi modo de ver, en que se le percibía como una alternativa real a la de Keiko Fujimori. Así, si empieza a resbalar –como la tendencia parece indicar–, su principal atractivo habrá desaparecido para siempre bajo la implacable lógica del ya fue. PPK no puede controlar los aciertos de sus rivales, pero le corresponden a él los errores que comete. Y su principal yerro ha sido no confrontar a Keiko para seguir manteniendo la percepción de que él, y no otros, constituye una alternativa real a la candidatura fujimorista.
Ha sido Acuña el mayor beneficiario de los votos perdidos por PPK, aunque ello se refleje solo en el norte, donde tiene su principal masa electoral. Resta por ver si esto se repetirá sostenidamente en todo el Perú. Lo que sí podemos señalar es que hasta ahora el principal activo de la campaña de Acuña es ser el candidato sorpresa. Sin embargo, la sorpresa ha llegado demasiado temprano y languidecerá a medida que avance la campaña. Ahí se verá la verdadera dimensión de un candidato cuyas miserias y falencias ya comienzan a salir al aire.
El problema con la candidatura de García es que está enfocada en la seriedad y la experiencia que en una primera vuelta electoral aburren. En ese papel se le ve demasiado señorial y patriarcal en un mundo donde los señores, lamentablemente, ya pasaron a la historia. Lo que le toca al ex presidente es lo que todos esperan de él: animar la campaña desinflando llantas. Y mientras más llantas desinfle, más posibilidades tendrá de romper su estancamiento.
Mientras tanto, Keiko, con su 32%, puede exclamar como el dragón de una ópera del alemán Richard Wagner: “Duermo y soy dueño”. Pero cuidado, que por dormir y poseer tanto, al final del cuento al dragón terminan por cortarle la cabeza.