Rolando Arellano C.

Hoy, más que una lucha entre ideologías de y , la gran competencia democrática se da en el eje de las posiciones sociales. Si el lector hace el favor de dibujar una cruz en un papel podrá entender mejor esta situación. Comencemos.

Para simplificar (ver los trabajos de D. Nolan), considere que el eje horizontal izquierda-derecha se refiere solo a ideas económicas, quedando a la izquierda los que quieren que el Estado controle el mercado y limite la propiedad privada. A la derecha quedarán entonces quienes consideran sagradas la propiedad y la libertad de intercambio. Ambos quieren eliminar la pobreza, unos repartiendo equitativamente la riqueza, los otros estimulando su creación.

El eje vertical será de conservadurismo-progresismo, y tratará sobre temas sociales. Arriba estarán los progresistas que quieren el matrimonio igualitario, libertad para el aborto y el uso de drogas y similares. Abajo, los conservadores, en cuyo extremo habrá fanáticos religiosos, grupos antifeministas y racistas, etc. Unos buscan conservar el pasado y los otros cambiar el statu quo.

¿Dónde colocaría el lector a Fidel Castro, que perseguía a los homosexuales? ¿Al tolerante socialista Mujica en Uruguay? ¿Y a Bolsonaro en Brasil? ¿Dónde a los gobiernos de los países nórdicos? No sería incorrecto si puso a Castro abajo a la izquierda (izquierdista y conservador), a Mujica como izquierda moderada y progresista, a Bolsonaro como derecha conservadora y al Gobierno Sueco como progresista de derecha.

Si coloca allí ahora a los partidos o grupos políticos peruanos verá que, quizás porque entendieron que aquí las mayorías son propietarias de sus ‘pymes’ y sus casas, las izquierdas, más que de reparto o de antimercado, insisten mucho en temas como la contaminación del agua, el racismo o la exclusión social, más cercanos al pueblo. Por ello, si llegan al poder, su gran problema es que no tienen apoyo para las reformas económicas que plantean sus ideologías.

Y si coloca en su dibujo a los grupos de derecha, observará que estos, sin entender que tienen ya ganado el eje de las ideas económicas, pierden su ventaja al acompañarlas con planteamientos sociales anticuados y candidatos lejanos al pueblo. Su problema, si son elegidos, lo hemos visto hace pocos años, es no tener la identificación popular que necesitan para apoyar sus acciones.

El lector podría entonces pensar que lo mejor es ser “centro-centro”; pero, si bien eso ayudaría a moderar las ideas extremas de derecha e izquierda, difícilmente funcionará en el eje social. No en un país donde los jóvenes, que por definición buscan el avance de la sociedad, son la inmensa mayoría de votantes. Revise su esquema y actúe. Que tenga una gran semana.

Rolando Arellano C. es CEO Arellano Consultoría para Crecer