Al grano: la sostenibilidad de Pedro Castillo en el mediano plazo está fuera de Perú Libre (PL). Lo sabe Vladimir Cerrón, lo sabe la oposición y lo saben los aliados de izquierda que están dispuestos a estrechar lazos con el presidente si corta los suyos con el líder de PL. Pero nadie está seguro de si eso lo asume el hombre en Palacio y si, en consecuencia, es capaz de recomponer la base de poder que lo llevó más lejos de lo que había soñado. Alberto Fujimori u Ollanta Humala, para citar a dos opuestos, hicieron lo que digo.
No sabemos, pues, si Castillo se animará al giro o si llegará a hacerlo a tiempo. Si ni siquiera se anima a dar una entrevista o conferencia de prensa en 20 días de mando, es difícil proyectar cualquier cosa más trascendente; por ejemplo, que les diga con claridad, a dos o tres operadores claves de la oposición congresal, que la cabeza de Guido Bellido rodará en un tiempo corto y prudencial y que no reenganchará, con su nuevo PCM, a algunos ministros cuestionados.
En el corto plazo, de aquí al jueves 26 en el que el Gabinete Bellido debe ir al Congreso por la investidura, descartemos tal giro. Lo que no podría descartar es que Castillo les diga a aliados y opositores que planea hacerlo. Pero la promesa tendría que ser contundente. Su estrategia de la segunda vuelta se basó, en buena parte, en minimizar la presencia de Cerrón en su círculo de decisiones. Y fue un engaño que no puede repetir.
La cabeza que busca el extremo de la derecha congresal es la del propio Castillo, pues así de enervada quedó tras el diferendo electoral, pero el centro que ocupa la Mesa Directiva y que sintoniza con buena parte del país busca la cabeza de Bellido. Fue el principal error del nuevo Gobierno, que destruyó la luna de miel que había empezado unos días atrás, tras un mensaje a la nación que no se consideró provocador.
Pero las cosas se precipitaron para mal y, quizá, para bien. La ristra de declaraciones ‘conspiranoicas’ del ahora excanciller Héctor Béjar, al borde del negacionismo histórico más ofensivo, pusieron su cabeza en la bandeja de plata. Al Gobierno le frustrará que la salida de Béjar una semana antes de la investidura ni siquiera se perciba como una concesión para obtener el voto, sino como la solución a una crisis particular, que bien pueden resolver dejando Torre Tagle en manos de un diplomático de carrera.
Ah, pero para que la guillotina tenga eficacia no vale que sea operada por Bellido, ni darle ocasión a Cerrón de dar su venia; tiene que ser visible que fue manejada por el presidente, para que confirme, a 20 días de mandato, que no es ‘cosito’ con sombrero, sino quien corta el jamón y las cabezas díscolas.
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