El Perú abrió un procedimiento para repatriar dinero depositado en cuentas del exterior. (Ilustración: Jean Izquierdo / El Comercio)
El Perú abrió un procedimiento para repatriar dinero depositado en cuentas del exterior. (Ilustración: Jean Izquierdo / El Comercio)
Rolando Arellano C.

¿Se necesita educación financiera para crecer? Ciertamente, porque además de saber leer, escribir y votar, la educación financiera puede hacer la diferencia entre la pobreza o el crecimiento, y es indispensable para oponerse a tendencias humanas muy profundas hacia el gasto indiscriminado. Veamos.

La primera decisión importante que debe tomar una familia para salir de la pobreza es financiera. ¿Me conviene consumir hoy todo lo que tengo o debo ahorrar algo para consumir o producir en el futuro? La respuesta lógica, de ahorrar, parece simple pero, como muchos estudios académicos lo demuestran, la tendencia humana es hacia consumir todo en el momento. Es por ello que el primer valor de la educación financiera es hacer que la gente entienda que la seguridad futura bien vale un sacrificio del hoy.

Tomada la decisión de ahorro, aparecen otras preguntas más específicas que la educación debe ayudar a plantearse y responder. ¿Ganaré más invirtiendo en un negocio, comprando un terreno, guardando en el colchón o en un banco? Sin duda quien tenga mayor capacidad de análisis financiero tendrá más posibilidades de incrementar su bienestar posterior.

Pero la sociedad provee también oportunidades en sentido inverso, el del crédito, que es conseguir bienes antes de haber trabajado para obtenerlos. Aquí nuevamente la educación financiera debe luchar contra la tendencia natural de consumir todo lo antes posible, estimulando a endeudarse solo cuando el bienestar que se gana al endeudarse será mayor al que se perderá cuando se deba pagarlo.

Y la educación financiera deberá también enseñar que el crédito existe porque alguien ha sacrificado su satisfacción ahorrando el monto a prestar, y debe recibir por ello un beneficio llamado interés. Y así, entre otros temas, deberá enseñar a reconocer cuál es el interés justo, orientándolo a compararlo con lo que gana consumiendo o invirtiéndolo en producir.

El lector quizás piense que la educación financiera no conviene a bancos o cajas, pues les quita fuerza al empoderar a sus clientes, pero la experiencia demuestra lo contrario. Como lo vimos en el reciente EduFin2018 Summit del Centro Internacional para la Educación Financiera (BBVA) en Buenos Aires, las instituciones ya saben que el sistema se beneficia si sus clientes crecen.

En fin, además de leer y escribir, las elecciones de ayer dejaron muy clara la importancia de saber votar para tener un mejor país. Hoy, como en las naciones más avanzadas, debemos poner en nuestra agenda un tercer tema para tener un país con mayores posibilidades de crecer: la necesidad de dar a los ciudadanos capacidad de generarse bienestar administrando mejor sus bienes y sus obligaciones.