El presidente Martín Vizcarra saluda a los medios de prensa acompañado por el nuevo Gabinete Ministerial presidido por Walter Martos, ayer, en Palacio de Gobierno. (Foto: Alessandro Currarino/GEC).
El presidente Martín Vizcarra saluda a los medios de prensa acompañado por el nuevo Gabinete Ministerial presidido por Walter Martos, ayer, en Palacio de Gobierno. (Foto: Alessandro Currarino/GEC).
Pedro Tenorio

Hay una razón por la que en el 2014 Nadine Heredia y Ollanta Humala pusieron a la inexperta Ana María Solórzano como presidenta del Congreso: tenían los votos para hacerlo. Aquello salvó también a Pedro Pablo Kuczynski de un pedido de vacancia a fines del 2017. Y lo mismo puede decirse de cada decisión polémica –incluso arbitraria– aprobada en el hemiciclo. Son los votos, fruto de la paciente negociación, alianza, pacto o mera componenda, los que consiguen que las cosas “sucedan” en el Legislativo. Martín Vízcarra y Pedro Cateriano sabían que había que sumar votos, pero ignoraron que debían hacer el esfuerzo por obtenerlos: es decir, construir una base de apoyo parlamentario para lograr la investidura. Fallaron clamorosamente y los detalles son por todos conocidos.