“Francisco Sagasti y su equipo ministerial deberán salir a correr la cancha, visitar las regiones, escuchar a las personas y proponer soluciones a corto y mediano plazo”. (Foto: Presidencia Perú).
“Francisco Sagasti y su equipo ministerial deberán salir a correr la cancha, visitar las regiones, escuchar a las personas y proponer soluciones a corto y mediano plazo”. (Foto: Presidencia Perú).
Pedro Tenorio

Si algo ha confirmado la política peruana es que siempre se puede estar peor. No lo digo por el desenlace de la crisis, que ha colocado a en Palacio de Gobierno, sino por 105 parlamentarios (no olvidemos sus nombres, su irresponsabilidad aupando a hacia la presidencia de la República no tiene atenuantes) y la absurda demora en resolver la metida de pata que había consagrado este . Una y otra vez, se dijo que el Parlamento que sucedería al disuelto en el 2019 no podía ser peor y hoy sabemos que esto no era cierto.

Sin embargo, veamos lo que viene ahora. Y no será la “luna de miel” que acompaña a todo nuevo gobierno. La gravedad de la pandemia exige decisiones y acciones inmediatas. ¿Queremos una transición viable, sin nuevas pugnas políticas de aquí hasta julio del próximo año? Solo queda subordinar el verso y ponerse a trabajar a tiempo completo.

Y en este caso, trabajo político no significa instalarse en una oficina de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) y creer que así se maneja el Perú. Las demandas ciudadanas actuales son muchas y el Congreso intentará convertirse en su principal intermediario, exigiendo acciones y decisiones una vez que descienda la marea tras el ‘tsunami’ que le pasó por encima. Sagasti y su equipo ministerial deberán salir a correr la cancha, visitar las regiones, escuchar a las personas y proponer soluciones a corto y mediano plazo. La ciudadanía –que, en gran parte, apoyó las marchas o se movilizó directamente hasta parir este régimen de transición– no será más un observador pasivo. El presidente Sagasti debería ser el primero en entenderlo.

Su Gabinete ministerial genera confianza entre empresarios y analistas, pero aún resta lo más importante: ganar el favor de una opinión pública asfixiada por promesas que nunca aterrizan. Los perfiles profesionales en la PCM, así como en ministerios clave como Salud, Educación, Interior y el MEF son auspiciosos, pero se requerirá una mejor ejecución del presupuesto que la mostrada por el Gobierno de , cuya gestión gubernamental fue deficiente. Con la transición, vuelve el imperativo de un Ejecutivo que sepa comunicar sus acciones y sus logros. Que lo coloque en mejor posición para negociar y, si es el caso, enfrentar los embates de un Parlamento que necesita recuperar terreno y que intentará hacerlo reactivando propuestas populistas y, a la vez, populares, en medio de la campaña electoral que se avecina (la mal llevada “reforma del sistema previsional y de AFP” es solo la primera de ellas).

Superar la crisis fue difícil, pero lo más complicado aún está por llegar.

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