Todas las Madres Mías, por Marco Sifuentes
Todas las Madres Mías, por Marco Sifuentes
Marco Sifuentes

“Tú no lo has vivido, pero estar en la zona de emergencia fue espantoso. Era necesario, pues, era necesario para combatir el terrorismo. Era necesario el terrorismo de Estado”. Esta fue una frase del abogado de mientras se llevaba a cabo el juicio de Madre Mía. Se la espetó ‘off the record’ a la periodista Heidi Grossmann, que acudió en calidad de testigo. Grossmann fue una de las primeras reporteras en entrevistar a las víctimas del ‘Capitán Carlos’ que ya para entonces estaban cambiando de versión. Casi de inmediato, la periodista dejó constancia del incidente en su blog. Esto ocurrió y fue publicado en octubre del 2007, hace diez años.

Hace diez años ya se conocía el testimonio de Norvil Estela, cuyo hijo Hermes fue desaparecido por una patrulla de la base de . Buscándolo, solo encontró charcos de sangre, jamás su cuerpo.

Hace diez años Zonia Luis Cristóbal ya había contado cómo su casa fue asaltada en medio de la noche por los comandos del ‘Capitán Carlos’, sus hijos sujetados, su esposo encañonado, mientras a ella la rapaban. ¿Su crimen? Haber intentado cobrarle una deuda a ‘Carlos’.

Hace diez años que ya había contado cómo se salvó del ‘Capitán Carlos’ aventándose al Huallaga. Su hermana y su cuñado, que habían sido secuestrados junto a él, no tuvieron tanta suerte. Antes de saltar, Ávila vio cómo eran llevados hasta la margen del río y cómo, uno por uno, los soldados les disparaban un tiro en la cabeza.

Hace diez años ya se tenían los nombres de todas las víctimas del ‘Capitán Carlos’. Hace diez años ya se sabía que los testigos habían cambiado súbitamente de opinión. Hace diez años era evidente que ‘Carlos’ era Humala.

Y, aun así, la izquierda se trepó en el coche humalista en el 2011. Sí, claro, en el 2006 todos lo denunciaron e incluso Susana Villarán peregrinó hasta Madre Mía. Pero, como ha recordado Fernando Rospigliosi, es que entonces la izquierda tenía tres candidatos (Villarán, Diez Canseco y Moreno) que compitieron contra Humala. En cambio, para las elecciones siguientes se escudaron en el formalismo del archivamiento del caso para ir de la mano de un violador de derechos humanos (y estoy hablando de la primera vuelta, no de la segunda, en la que tuvieron la coartada del antifujimorismo).

Ojo que en el 2011 el caso de la compra de testigos aún no estaba archivado. Cualquiera que hubiera seguido el tema mínimamente se habría convencido de la responsabilidad de Humala. En casos de derechos humanos que son más endebles que este, nuestra izquierda suele ser –con toda justicia– implacable. Aquella vez demostró que su interés real no son las víctimas.

La vereda del frente está igual. Es francamente alucinante que este sea el único caso de víctimas de violencia del Estado al que nuestra derecha le ha prestado atención no en diez, sino en 17 años. Y no menos descarado resulta cómo evitan mencionar que todo esto ocurrió en el mismísimo 1992, luego del golpe, cuando Alberto Fujimori tenía control completo de las fuerzas armadas y en plena vigencia del ME 38-23, el famoso Manual de Equipos Básicos en Inteligencia Militar, aprobado por su gobierno, que daba carta libre para la guerra sucia.

Sin mencionar que ahora se escandalizan de las reuniones de César San Martín con Humala, pero no se les movió un pelo cuando aparecieron los audios de ese mismo magistrado, junto a ministros de Humala, almorzando con la jueza que veía el Caso Chavín de Huántar.

En el Perú aún tenemos quince mil desaparecidos de la época violenta. Quince mil peruanos cuyos destinos aún no se resuelven. Si un caso que tiene todos los reflectores encima desde hace diez años aún sigue impune, ¿qué pueden esperar los otros miles caídos en las otras Madres Mías? Al parecer, solo seguir sirviendo de excusa para minucias políticas.

Fiscalía abrió investigación preliminar a fiscal para esclarecer por qué no informó de audios del Caso — Política El Comercio (@Politica_ECpe)