Aunque creamos que las marcas son solo un tema de empresas, la realidad es que ellas son parte inherente de la vida de las personas. Veamos.
En el sector empresarial, una marca es una denominación que se da a un producto con dos grandes objetivos, diferenciarlos de otros que haya en el mercado y evidenciar una relación con la empresa que los hace. Si alguien produce un shampoo y quiere diferenciarla de todas las existentes, le pondrá el nombre de “Sedosito”, y así la empresa productora, “Belle SA”, se hará responsable ante la sociedad por los éxitos o fracasos de esta.
¿Y se marcan las personas? Sí, pues al nacer nuestros padres nos pusieron un nombre para diferenciarnos, y nos llamaron Jaime, Isabel o Yonatan. ¿Y dónde está entonces la marca del fabricante? Son nuestros apellidos, pues si somos Pérez Gonzales, es porque don Juan Pérez y doña Petronila Gonzales conforman la sociedad conyugal que nos creó. Por cierto, ese “nombre de fábrica” puede ayudarnos o ser un problema, como sucede con quienes hoy se apellidan Cueva (¿eres familia del futbolista?) o Mamani (¿no me estás grabando?). Si es Bayer es bueno.
Por cierto las marcas nos acompañan también de manera similar a la de los nombres de producto en las empresas. Así como es importante para una empresa que su producto se llame chocolate y no “barra saborizada”, lo es para las obstetras que las consideren profesionales médicos y no paramédicos. Y por cierto no tiene el mismo prestigio hoy la empresa que produce alimentos que la que hace cigarrillos, así como la marca de categoría “médico” pesa más que la de “político”, aun cuando haya también muy buenos políticos y pésimos médicos.
En el mundo empresarial existen además las marcas de origen, como que solo se pueda llamar Pisco al producido en determinadas zonas del Perú, o Cognac al licor de la región francesa de ese nombre. ¿Y los individuos tienen denominación de origen? Ciertamente, pues la nacionalidad nos da un “posicionamiento” ante la gente. Un pasaporte canadiense abre más puertas que uno peruano, porque su “marca de origen” es mejor cotizada, aunque felizmente la marca “peruano” ha mejorado mucho, como se ve en la apertura de ingreso a la Comunidad Europea.
En fin, así como las empresas se preocupan mucho por sus marcas, como lo evidencia la edición de aniversario de Día1, hoy en este Diario, las personas también debemos cuidar nuestra marca. No solo porque ella nos identifica y nos da o quita prestigio, sino porque de cómo nos portemos depende el beneficio o perjuicio que ocasionamos a nuestros hijos y familiares, a nuestros colegas y a nuestros paisanos. Porque nuestras marcas nos marcan, a nosotros y a los que nos rodean.