"Los nuevos cuadros correrán en desventaja. Tendrán poco más de dos meses para posicionarse, y les será mucho más difícil que en elecciones pasadas conseguir fondos".
"Los nuevos cuadros correrán en desventaja. Tendrán poco más de dos meses para posicionarse, y les será mucho más difícil que en elecciones pasadas conseguir fondos".
Fernando Cáceres Freyre

El masivo apoyo a la disolución del Congreso tiene su origen –en gran medida– en el hartazgo de la sociedad con la clase política. Pero lo más probable es que no se vayan a ir todos, sino que tengamos un mix de congresistas nuevos y ‘disueltos’.

La Constitución establece que los parlamentarios no pueden ser reelegidos para un nuevo período inmediato, y en el mismo artículo señala que el mandato es de cinco años. Así, se abre una ventana para que los disueltos congresistas postulen en enero, dado que no se trata de un “nuevo período inmediato”, sino completar el vigente. Además, la disolución –y el llamado a elecciones para completar el período– fue establecida por el Congreso Constituyente de 1993, como una oportunidad para que el pueblo decida si daba la razón al Ejecutivo o al Parlamento. Por eso, no veo cómo pueda el JNE negarles el derecho a postular.

La nueva campaña va a tener varias particularidades. Ante todo, los candidatos solo podrán recibir financiamiento de personas naturales locales (hasta S/252.000) o de asociaciones civiles extranjeras (hasta S/252.000).

Luego, no podrán crearse agrupaciones propias, sino que los candidatos deberán correr con las existentes, con los pros y contras que eso significa. Y hasta ahora, según Ipsos, solo pasarían la valla Acción Popular (9%), Fuerza Popular (8%), Partido Morado (5%), Alianza para el Progreso (5%) y Frente Amplio (5%).

La continuidad del voto preferencial hará que los congresistas deban conseguir recursos para invertir en campañas que los diferencien (no basta la marca partidaria), pero difícilmente se tratará de montos altos. Los congresistas no podrían postular el 2021, de modo que tendrían un período muy corto para dejar un legado y recuperar la inversión (los honestos en términos de marca personal y los torcidos a su manera).

Bajo estas reglas, y considerando que habrá poca plata privada disponible, aquellos congresistas disueltos que sean líderes históricos y los que tengan bolsones de votos ya cultivados (conservadores, LGTBIQ, etc.) tendrán la posibilidad de postular a bajo costo, a fin de seguir representando a aquellos electores hasta el 2021. Estos candidatos –con la venia del JNE– probablemente ocuparían los primeros puestos en las listas.

Los nuevos cuadros correrán en desventaja. Tendrán poco más de dos meses para posicionarse, y les será mucho más difícil que en elecciones pasadas conseguir fondos. Varias personas que tienen entre 30 y 45 años están interesadas en postular, sea porque quieren (i) dejar un legado, (ii) evitar cambios constitucionales y/o (iii) mejorar su marca personal sin amarrarse por cinco años.

El reto es cómo conseguir fondos suficientes para canalizarlos a nuevos cuadros valiosos, que no sean más de lo mismo. Solo así comenzará la tan ansiada renovación.

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