Durante muchos años, la mayoría de empresas peruanas se dedicó a crecer dentro del país. Hoy, las diversas crisis que vivimos muestran que aparece una gran motivación para desarrollarse más allá del mercado doméstico. Veamos.
Recordemos que el crecimiento de la industria chilena de exportación se generó cuando miles de expatriados, luego del golpe de Pinochet, se convirtieron en difusores de su vino y muchos otros productos en el resto del mundo. De la misma manera, Colombia debió el crecimiento exterior de sus empresas a su violencia interna, que hacía más fácil para Medellín o Cali exportar a México que llevar sus productos a Bogotá. En ambos casos, sus problemas internos motivaron su salida a mercados internacionales.
Por el contrario, el inmenso tamaño de Brasil hizo que sus empresas se contentaran con venderse entre ellas, mientras que las empresas mexicanas se sintieron siempre muy cómodas teniendo como único comprador a su gran vecino del norte. Y probablemente igual pasó en el Perú, donde los años de crecimiento continuo en este siglo, el mayor de la toda la región, hicieron que nuestras empresas se dedicaran solo a atender el creciente mercado interno.
Pero recientemente vemos que comienza a estimularse el interés por estudiar la manera en llegar a más mercados de fuera en nuestros clientes. Vemos así que sus pedidos, siendo todos estimulados por su desconcierto ante la situación política actual, tienen motivaciones adicionales.
La primera es, sobre todo, la experiencia del COVID-19, que les hizo ver la fragilidad de sus mercados actuales y entender la necesidad de tener otros que los acojan ante problemas futuros. En otras palabras, evitar tener todos los huevos en una sola canasta. La segunda, un deseo de crecimiento eficiente, considerando que sería más fácil buscar nuevos mercados para sus productos actuales que entrar en la vorágine de desarrollar nuevos productos para sus clientes aquí. La tercera, el sentimiento de que “ya es momento”, resultado de ver cada vez más empresas de fuera llegando al Perú a disputarles su mercado, mientras ellos solo se defienden.
Y es interesante ver la sorpresa en los clientes cuando perciben que sí habría oportunidades, sobre todo en países cercanos, básicamente latinoamericanos con cultura, recursos, necesidades y gustos muy parecidos a los nuestros. Ven que no es fácil, pero tampoco imposible, y eso los ayuda a romper el temor de dar el primer paso.
En fin, los problemas políticos actuales podrían estar ayudando a acelerar la internacionalización del Perú, mostrando que quizá sea cierto el refrán que dice que no hay mal que por bien no venga. Que tengan una buena semana.
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