Comenzamos una nueva etapa dentro de la crisis: menos confrontación política y más comunión de esfuerzos e ideas contra la pandemia. Todas las bancadas han dirigido una carta a Walter Martos reclamando una persuasiva campaña de comunicación para que la gente entienda la razón de los cuidados y protocolos.
Claro que doy razón a esa iniciativa. Hace meses que clamo por ella en este rincón. Qué bueno coincidir con los congresistas en que hace falta invertir en mensajes persuasivos y viralizables que convenzan a la gente, por ejemplo, de no tener cercanía innecesaria con sus seres queridos porque uno puede morir o mandarlos a la muerte.
Si esos mensajes calan, nos ahorramos contagios y muertes. Es una inversión en la vida, menos costosa y más integral que aquella en oxígeno y ventiladores, porque ataca directamente patrones de comportamiento que están entre las razones que nos tienen entre los países más golpeados del mundo.
Necesitamos mensajes dramáticos y tan persuasivos que se vean en la TV abierta, que puedan ser compartidos espontáneamente por WhatsApp, Facebook o Twitter, y/o difundidos obligatoriamente con la colaboración de los operadores de esas redes.
Creo que el Gobierno no lanzaba una campaña tan urgente (recomendada, además, por la OMS) por su renuencia a abrir la cancha de la ejecución de políticas públicas –o sea, la cancha del poder– a otros actores. Vizcarra actuaba como el gran político que arrinconaba al Congreso y a la oposición y, por añadidura, como el único gran comunicador que nos explicaba al mediodía porqué quedarnos en casa, lavarnos las manos y tomar distancia.
El Gobierno, tras concentrarse en una lógica de contención represiva (que subsiste en la vuelta a la inmovilización dominical) en manos exclusivas del aparato estatal, comprendió por fin que de esto no se sale sin la colaboración privada. En el caso de la campaña de comunicación, es indispensable el aporte de los medios y de los operadores de teléfono e Internet; pero de forma desinteresada, para evitar cualquier bulla política sobre un beneficio de empresarios a costa del presupuesto público.
La misma lógica de colaboración con privados debe servir para el trazado de contactos, que es imposible de practicar a cientos de miles de contagiados, sino a una pequeña muestra de ellos como casos de estudio. Pero con tecnología digital, como la de la aplicación “Perú en Tus Manos”, la idea se redimensiona. Esta app ha sido un fiasco en manos estatales ineficientes, pero la pueden tomar privados que la desarrollarían rápidamente para involucrar al usuario en el trazado de contactos y otras formas de prevención. Mejor que reprimir, es comunicar. Walter Martos, usted que es militar y le gusta hablar de guerra, sabe que estas se ganan en mentes y corazones.