Ojo, Keiko: los errores avisan, por Pedro Tenorio
Ojo, Keiko: los errores avisan, por Pedro Tenorio
Pedro Tenorio

Es curioso ver a varios voceros del fujimorismo criticando en los últimos días a y fustigar su falta de compromiso con la bancada y sus ausencias al Congreso, pero que a la hora de la verdad no dudaron en correr hasta la Comisión de Ética para blindarlo y evitar así que fuera investigado. Fue un error porque si el suelo estaba parejo y no había nada indebido en los regalos que entrega Kenji durante sus giras, ¿cuál era el problema con investigarlo? ¿Por qué acentuar la sensación de impunidad en un asunto que, a decir del propio partido, no configuró ilícito alguno? 

A ello se suma la controversial en el consejo directivo donde se decidió que el Parlamento no investigaría las denuncias de abusos sexuales contra el . Mucho se ha dicho al respecto, pero más allá de si correspondía o no esta pesquisa, no hacerlo es un error político que será utilizado hábilmente por los adversarios de . Sobre todo cuando enfrente su próxima campaña electoral. Increíblemente, el único que la vio clarita fue Kenji

Ambos hechos –el blindaje al congresista más votado y la decisión de no apoyar la investigación al Sodalicio– constituyen ejercicios a favor de una impunidad sin atenuantes. Son errores de conducción que evidencian horrores de apreciación y de olfato políticos en el entorno de la principal figura de oposición.

Agréguese a ello la pobre performance de la propia Keiko el jueves último, durante el séptimo aniversario de su partido, Fuerza Popular. Ahí fustigó al gobierno y al presidente , pero sin ofrecer propuestas concretas que marcaran la diferencia. Fue un largo –y merecido, sin duda– listado de las metidas de pata pepekausas. Sin embargo, su discurso no fue el de una lideresa capaz de proyectarse como estadista. Más aun en estos momentos de crisis ejecutiva. A Keiko no le suman los aplausos de los convencidos, le convendría analizar si su actuación es la más adecuada y si cuenta con el aporte de inteligencias que sumen a su proyecto, no que vivan a costa de lo ya conseguido. 

En esa línea, no veo hoy una disputa entre hermanos para definir al próximo candidato a la presidencia. Veo en Kenji a alguien que trabaja para perfilarse mejor y contar con un capital propio que le permita negociar espacios e influencias con Keiko, para él y sus allegados, en mejores condiciones que en el 2016. Ya lo veíamos venir a fines de enero (“”, 21-1-2017). Así, mientras él se reinventa –o al menos lo intenta–, su hermana parece atrapada en los ecos de la campaña que perdió. Es muy temprano para decirlo, pero igual me animo: o espabila o va camino a reincidir en la derrota.