PPK
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Patricia del Río

Niños sin ir a la escuela por más de dos meses. Una economía que no despega. Ciudadanos que mueren en las calles producto de una balacera. Miles de peruanos afectados por El Niño costero, viviendo en condiciones precarias. Una bancada dividida. Un Gabinete desconcertado. Un primer ministro acorralado. Y un presidente… a ver, ¿cómo lo definiríamos? ¿Ausente, indolente, despistado, frívolo, desconectado? Los adjetivos sobran en las redes sociales, en los gritos de los que protestan, en la conversación con los taxistas.

A diferencia de otros gobiernos, a los que se les criticaba por hacer las cosas mal (caso Humala, por ejemplo), a este se le acusa de no hacer nada. Se le reprocha estar lejísimos de los ciudadanos y sus problemas cotidianos. Se le señala por la falta de olfato político, por la ausencia de la mayoría de los ministros en circunstancias claves: Jorge Nieto (a quien vimos desarrollar una gran labor durante el desastre del verano) ha desaparecido del espectro político. A Marisol Pérez Tello, que es una gran comunicadora, solo la vemos para apagar incendios como el de las procuradoras. El ministro de Trabajo, Alfonso Grados, no apareció durante la huelga de maestros para encargarse del tema sindical, y así… Cuando asumió el poder, les pidió a sus ministros que no interfirieran en otras carteras, pero los miembros del Gabinete parecen haberse tomado la indicación tan al pie de la letra, que se mueven como autómatas, cada uno en su nicho, y no se les ve actuar juntos ni siquiera frente a grandes crisis.

A ya no se le puede pedir más. Maneja con una mano la cartera de Economía (y tiene a los maestros y a los militares exigiendo incremento en remuneraciones y pensiones); y con la otra trata de poner la cuota de sensatez que parece escasear cada vez que el presidente se ríe de temas serios, desautoriza a la ministra de Educación, se contradice y anuncia que la pachamanca es árabe.

Y, la verdad, ya estuvo bueno tanto caos. Un presidente errático, con un primer ministro desbordado, con Gabinete ausente y una bancada caótica, no hacen un gobierno. Los meses de gracia que se le otorgan a todo el que asume el poder en el Perú ya pasaron hace rato. El Niño costero se agotó como excusa y la corrupción solo sirve para justificar algunos problemas económicos. Lo que ocurre en estos momentos, asumámoslo, es una crisis estructural que viene desde Palacio, se mete en los ministerios, inunda la bancada y repercute en la vida de millones de peruanos que no entienden nada.

Y lo que no entienden es por qué PPK nos ha embarcado en este Titanic, si no está dispuesto a esquivar el iceberg que tenemos al frente. Ahí vamos derechito al desastre que nos ahogará a todos, arrullados por la música solitaria de una flauta traversa.