El fiscal José Domingo Pérez suspendió el interrogatorio. Informó que este se reanudará en una “oportunidad próxima”. (Foto: Alonso Chero/GEC)
El fiscal José Domingo Pérez suspendió el interrogatorio. Informó que este se reanudará en una “oportunidad próxima”. (Foto: Alonso Chero/GEC)
Fernando Vivas

Ni tú, ni yo, ni José Domingo Pérez somos puros en nuestras decisiones. Por más que nos esforcemos, es imposible serlo. El contexto, el inconsciente, la voluntad ajena, introducen distorsiones que pueden llegar a alterar lo que creemos justo. Haz el ejercicio de plantear un caso real como si fuera una situación de laboratorio, con personajes y hechos ficticios, y es probable que valores una decisión distinta a la que tomaste y creías que era la única correcta. Y ahí descubres que eres uno de tantísimos humanos afectados por su entorno y capaz de sucumbir al arbitrario doble estándar.

Para los hombres de ley, todo esto es fundamental. Yo prefiero a los relativistas que intentan sopesar todas estas variables, a pesar de que su formación y buena parte de la doctrina les diga que es mejor ni pensar en ellas. Para mí, esa es la mejor forma de evitar los sesgos y de medir las consecuencias de lo que decidamos.

El fiscal José Domingo Pérez no es de estos. Él es de los que prefieren el determinismo purista de la vieja doctrina, el caiga quien caiga sin miramientos. En lugar de control difuso, aplicación obtusa de la ley. Ojo, esta no es una observación tras ver Justicia TV. Entrevisté una vez a Pérez y cuando le planteé mi relativismo, rechazó mi punto de vista con una determinación asombrosa.

No me simpatiza ese modo de ver la ley, pero lo respeto. Es una obcecación que dinamiza los procesos y los lleva lejos. Creo que Pérez tiene que seguir al frente de los casos que tiene y Chávarry, en lugar de hostigarlo, debe protegerlo. Cualquier exceso en su severidad puede ser revertido en otras instancias.

A Pérez se le ve tan obcecado que se me ocurre pensar que ni siquiera hace el cálculo de pedir mucho para que el juez le dé un poco. Pide lo máximo porque cree que es lo que tiene que pedir, y allana y cita a todo el que pueda. No solo Pedro Chávarry le teme, también lo temió Pablo Sánchez. A Rafael Vela, en cambio, se le oye más estratégico y calculador.

Sin embargo, en los últimos meses, desde que asumió Chávarry, creo que Pérez es menos determinista y más práctico y difuso. No puede darse el lujo de ser obtuso, pues sabe que peligra todo lo que ha investigado. Cuando García pidió asilo y todos creíamos que era posible que se lo dieran, Pérez se dejó perseguir por los reporteros y les dio cara, para decir que Chávarry debía salir a respaldarlo y decirle al Uruguay que el Ministerio Público es independiente. Creo que se sentía un poco responsable de lo que había pasado con García, pues fue él quien lo citó para decirle que ampliaba su investigación. Fue una salida muy política del fiscal que no creía en la política. Tendrá que seguir creyendo en ella y respetando su contexto. La pureza no existe.