Hace pocos meses debatí con Cecilia Blume sobre el ‘motto’ “el Perú no puede parar”. Ella decía que había que encapsular el Caso Lava Jato en su fuero judicial, y seguir adelante con proyectos como el de Chinchero.
Por supuesto, esa posición me parecía proactiva y respetable, pero yo decía que teníamos que parar un ratito por consideración a un país indignado que acababa de confirmar que la corrupción en los megaproyectos se basaba en contratos deliberadamente ambiguos de asociaciones público-privadas (APP) y estudios de ingeniería a media caña, todo lo que derivaba en arbitrajes y adendas onerosas para el Estado.
Para mí, la sola mención de la palabra ‘adenda’ en pleno trance del Lava Jato era un despropósito, era nadar contra el tsunami. Peor aún, si el objetivo era salvar un contrato que el mismo Ejecutivo denunciaba como lesivo. Lo que había que hacer, con prudencia y nobleza políticas, era preparar correctivos (algunos, implementados con meras resoluciones sectoriales; otros como un paquete legislativo para negociar con la oposición parlamentaria) para recuperar la confianza nacional en las APP.
O sea, el Ejecutivo debió emprender la ‘reconstrucción con cambios’ de las APP, antes de plantear una adenda de marras que ha costado la cabeza de Martín Vizcarra y una bronca de cuidado con la contraloría. ¡Había que parar al Perú un ratito! Al menos, había que parar hasta julio, cuando sí se podía renegociar el fondo del contrato. Por cierto, tras el debate con Cecilia, fui invitado a las oficinas de Kuntur Wasi, donde recibí explicaciones técnicas y salí con la impresión de que el consorcio sí tenía disposición para negociar detalles como, por ejemplo, los años de la concesión. Por supuesto, el de Chinchero es un gran proyecto que va a replantear para el Perú y el mundo la experiencia del Cusco, el Valle Sagrado y Machu Picchu. Ojalá el lío se resuelva pronto. Lástima que el gobierno no lo detuvo motu proprio unos meses; y dejó que lo hiciera la contraloría con un costo político incalculable.
Mira, PPK, lo que has hecho por apuradito en tu afán de destrabe sin política: perdiste a tu gran ministro ejecutor que ahora será un vice decorativo con probables problemas judiciales; fregaste de antemano a su reemplazo que la tendrá más difícil arreglando este entuerto mientras afronta los Panamericanos (otro caprichito) y el entrampe de la línea 2 del metro; decepcionaste a los cusqueños, a los que quizá azuzaste cuando los visitaste siendo presidente electo; comprometiste a los funcionarios señalados por la contraloría y que, si los fujimoristas aprueban un proyecto que está en comisiones, se quedarán sin abogados. ¡Qué has hecho, PPK!