Peruvian horror story, por Ricardo Vásquez Kunze
Peruvian horror story, por Ricardo Vásquez Kunze
Ricardo Vásquez Kunze

¿Saben ustedes qué tienen en común Ted Bundy, Jeffrey Dahmer, John Wayne Gacy y Aileen Wuornos?

El primero asesinó a más de 30 mujeres, a las que seducía con su encanto de galán de cine. El segundo descuartizó y devoró a 17 hombres jóvenes que ligaba en bares gay y enamoraba con su cuerpo musculoso. El tercero se vestía de payaso para atraer a sus víctimas entre las que se encuentran 33 niños y adolescentes, la mayoría de ellos enterrados en el sótano de su casa. Finalmente, la última, una prostituta a quien le gustaba despachar al más allá a sus clientes, mató a siete hombres a balazos mientras los distraía practicándoles sexo oral. Todos fueron condenados por la justicia a la pena de muerte, a excepción del caníbal Dahmer, quien murió en la cárcel asesinado por otro recluso.

Imaginémonos que los familiares de estos asesinos en serie deciden reunirse y acuerdan que van a enterrarlos a todos juntos en un mausoleo. También acuerdan que no habrá ninguna otra inscripción, salvo la que recuerde el nombre de los tristemente célebres inhumados para “no herir susceptibilidades”. 

¿Se está cometiendo aquí alguna apología del crimen? Si todos son asesinos en serie, ¿cuál es el mensaje del mausoleo? ¿La paz mundial?

Lo mismo sucede con el mausoleo que los familiares de algunos terroristas muertos han erigido para trasladar los cuerpos de sus deudos. Que todos los enterrados allí hayan sido en vida terroristas de Sendero Luminoso no tiene más que un solo objetivo: ensalzar su memoria en concordancia con sus actos. ¿Y cuáles son los actos que los unieron en vida y que los pretenden juntar en la muerte? Pues el terror, tan simple y claro como eso.

Sendero Luminoso ha sido, es y será una organización criminal y genocida. Su “ideología” es bastante basta: conquistar el poder a través del terror en consonancia con la filosofía maoísta de que “el poder nace del fusil”. Así, entre 1980 (año en que iniciaron sus crímenes) y 1992 (año en que fue capturada la cúpula homicida), Sendero Luminoso asesinó con los métodos más sanguinarios a hombres, mujeres y niños de todas las razas, credos y condiciones sociales, dejando ensangrentado al Perú con más de 30.000 muertos. 

PPK ha pedido la demolición del mausoleo. Tiene toda la razón. Es una evidente apología del terrorismo y afrenta a la sociedad que se erija un “lugar de la memoria” para los senderistas muertos. También es manifiesto el hecho que los familiares están orgullosos de esos actos criminales, pues solo así se explica que los quieran enterrar a todos en un mismo sitio con función de adoratorio, ¿qué otra cosa es si no un mausoleo?

Los peruanos vencimos militarmente al terrorismo. Aquí no hubo “acuerdo de paz” con los asesinos, con los presidentes de toda la región como “testigos”. No les debemos nada. Menos un mausoleo.