PPK: círculo íntimo, Ricardo Vásquez Kunze
PPK: círculo íntimo, Ricardo Vásquez Kunze
Ricardo Vásquez Kunze

En una entrevista publicada en este Diario, el presidente electo ha demostrado que maneja un amplio conocimiento del Estado, así como de los problemas urgentes que tiene el Perú y las soluciones que podrían resolverlo. Pero, sobre todo, ha expuesto sentido común. 

Esto, sin embargo, no es suficiente para gobernar, pues las evidencias demuestran que el Ejecutivo nacido de las urnas el 5 de junio es muy débil y, por lo tanto, se encuentra en manos de la buena voluntad de otros actores políticos que, legítimamente, tienen también intereses propios de cara al 2021. 

Siendo esto así y conociendo que la flema que se le atribuye a PPK es delegar en otros el día a día para tomar luego la decisión final basado en la confianza de sus consejeros, es de fundamental relevancia en este gobierno tan débil la figura del primer ministro. 

Como es bien sabido, en todos los gobiernos se forma un entorno próximo al gobernante que trata de acapararlo para influir en su voluntad. Al parecer, en el del presidente electo ese entorno tiene por mayoría a mujeres. Esto sería magnífico si no fuera por el detalle que trasciende de que la ambición de poder de estas no va de la mano con los talentos políticos necesarios para dar buenos consejos para gobernar. Ya hemos tenido prueba del mal fin que una ambición así ha tenido para con el gobierno saliente.

La ambición de poder no es mala (venga del género que fuese) si va acompañada de virtudes políticas. Pero no vemos a ninguna Thatcher, Merkel o Hillary por allí. Y eso es grave sobre todo si se trata de, como en la bolsa, timbear con el primer ministro, pues a las mujeres del entorno del presidente electo les interesa ejercer el poder tras bambalinas.

Esto me hace recordar la historia entre María de Médicis, reina madre de Francia y descendiente de los famosos banqueros florentinos, y Richelieu, el cardenal primer ministro de Luis XIII. María de Médicis fue una mujer cuya ambición era inversamente proporcional a sus capacidades políticas y, sin embargo, quería cortar el jamón en el débil reinado de su hijo. Fatua y obtusa, según Belloc, influyó para que el rey nombrara primer ministro a Richelieu, un prelado que sabiendo de qué pie cojeaba la adulaba sin medida. María fue pues su mentora.

Una vez en el poder, Richelieu, cuyas habilidades políticas eran extraordinarias, enamoró al rey fortaleciendo su gobierno en toda Francia para despecho de la ambiciosa Médicis, que quiso defenestrarlo. Pero el rey, entre su madre nula y su primer ministro genio, eligió al último y, en una famosa esquela, le ordenó a la Médicis “de ne se meler plus de rien”. Condenada al exilio, sus lobbies terminaron.
Es una buena historia para un buen gobierno de PPK.