Una nube de palabras es una forma simpática de visualizar énfasis de los discursos oficiales. El procedimiento es muy sencillo. Tomas la transcripción de cualquier texto, la copias en algún bonito generador (digamos, Wordle), la pegas y dejas que la tecnología haga su magia.
Este sencillo procedimiento se ha aplicado a los mensajes presidenciales de nuestros presidentes democráticos desde que el último régimen autoritario cayó. Desde los últimos años de Toledo, pasando por todo García y estos cinco olvidables años que acaban de pasar, el resultado solía ser el mismo: “millones”. Esto era un indicador de que los mensajes presidenciales de 28 de julio, una de las pocas tradiciones cívicas que convocan a nuestra nación, se habían convertido en una aburrida lista de lavandería, un simple procedimiento rutinario de contabilidad, en vez de ser una homilía laica congregante, un soplo de valores cívicos y peruanidad, que contribuyera a la idea, a veces peregrina, de que somos un país viable.
El discurso de PPK ha impactado positivamente por su calidad. Apeló a valores republicanos, llamó a la unión y, de hecho, destacó por simple contraposición a los de Humala. De hecho, en la nube de palabras del mensaje de ayer, destacan más las palabras “país” y “todos” (además de, claro, “2021”). Buena señal, ¿no? Veamos los cuatro discursos inaugurales anteriores.
Empecemos con Toledo (2001), cuando todavía había gente que le gritaba “Pachacútec” y acababa de quitarse la vincha de la Marcha de los Cuatro Suyos. Entonces sus palabras más repetidas fueron “Perú” y “nuestra”. Había en el ambiente esta sensación de habernos salvado del fujimorismo. ¿Les suena parecido?
Lo cierto es que “Perú”, “nuestra” y “todos” también fueron las palabras más usadas en el mensaje inaugural de Ollanta Humala (2011). Y, en el caso de Alan García (2006), fueron “más” y “país”.
En resumen, cada inicio de mandato en lo que va del siglo (y de esta etapa democrática) ha tenido este sabor a refundación republicana que, con los años, terminaba evaporándose.
Veamos otro ángulo. Un intento por determinar el cariz inicial de cada régimen podría ser fijarse qué palabras eran las más comunes en cada caso luego de eliminar las repetidas entre sí.
Quedan: “pobreza” (de Toledo, aludiendo a uno de los ejes de su campaña); “millones” (de Alan, en referencia a la estabilidad económica que tenía que asegurar); “gobierno” (de Humala, quizás el último aliento de su idea inicial de nacionalismo).
¿Y PPK? “Salud”. Parece un no tan involuntario homenaje a su padre, médico, y su legado. Ojalá. Si esta palabra –combinada con seguridad y educación– señala su ruta para los próximos cinco años, PPK habrá conseguido su objetivo de pasar a la historia. Esperaremos al próximo 28 para saber si merece que digamos “salud por eso”.