Por distraernos en la atención de los enfermos y en la confrontación política; se nos escapa un aspecto fundamental de la lucha contra la pandemia: la comunicación. Lo he gritado varias veces y no me canso de hacerlo.
Necesitamos una campaña tan agresiva, imaginativa y eficiente que sus spots se viralicen en el WhatsApp. Si mucha gente comparte por su celular algo con sus pares, es que le llegó al corazón. Al virus se le puede combatir con virales.
Aunque no tengo las cifras para demostrarlo, tengo la firme impresión de que invertimos más en la enfermedad y en el dolor (camas UCI, ventiladores, oxígeno, atención de salud en general) que en la prevención de los sanos (pruebas, mascarillas, desinfección y diseño de protocolos). ¿No creen que algo anda mal en esa ecuación que ni siquiera se estudia?
Ni los discursos del presidente Vizcarra ni el del ex primer ministro Pedro Cateriano, ni las entrevistas de la ministra Pilar Mazzetti han destacado la necesidad de una campaña como la que señalo. Cierro estas líneas habiendo oído la presentación del nuevo primer ministro Walter Martos, y tampoco habló de esto.
Lo que sí hacen las autoridades es contarnos su convicción (sin cifras ni estudios que la sustenten, pero la comparto) de que no son solo las exigencias de la reactivación económica sobre la PEA, que estaba confinada, lo que ha provocado el repunte de los contagios; sino las reuniones entre familiares y amigos.
En efecto, esos encuentros intensos de gente comiendo y hablando sin mascarilla en espacios cerrados, en un país donde la cohabitabilidad de distintas generaciones ha de ser muy alta (¡me sumo a la queja de un estudio de la Universidad del Pacífico que pide conocer esta cifra!); deben ser en buena parte responsables del repunte. Por ello, aunque sin explicarlo bien, es que Mazzetti evalúa sugerir al Consejo de Ministros volver a la inmovilización obligatoria los domingos, por ser el día en el que supuestamente se multiplican los encuentros.
Bueno, pues, si se ha detectado o se sospecha que las reuniones privadas son grandes vectores de contagio, ¿no creen que una agresiva y viralizable campaña de rostros conocidos invocando a no reunirnos y mostrando dramáticas consecuencias sobre la muerte de seres queridos, tendría impacto y nos ahorraría el trauma de las prohibiciones?
Melcochita diciendo, “si los quieres, ¡no los veas!”, el ‘Oreja’ Flores suplicando por la abstención de visitas, Daniela Darcourt contando un drama real, Vizcarra y congresistas juntándose para dar recomendaciones; eso puede ser más eficaz y menos oneroso que volver a las restricciones absolutas. ¿No sería ello bienvenido? ¿Por qué perder la confianza de la gente si ni siquiera apelamos a su corazón?