(Foto: GEC)
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Fernando Cáceres Freyre

En el 2015, el 72% de entrevistados en la provincia de Islay se oponía a . Tras un trabajo de varios años de la empresa con la población, el 71% de las personas informadas en Islay considera que este sería beneficioso, y solo 16% cree que no se debe usar los recursos minerales (Ipsos, 2018). A nombre de este 16%, están haciendo campaña Arana, Mendoza, Glave, Cáceres Llica y compañía.

Estos políticos levantan preocupaciones vinculadas con la contaminación del agua del Valle de Tambo o con la falta de suficiente diálogo. Pero, en el fondo, su objetivo es evitar que se desarrolle cualquier tipo de proyecto minero formal. Así deberían decirlo.

Es válido oponerse a la , lo que es deshonesto es solo oponerte a la gran minería, y no preocuparte –o preocuparte muy poco– por la prosperidad de áreas que tienen en la minería formal una palanca de desarrollo.

Por ejemplo, cuando en el 2016 “Gestión” le preguntó a Arana por qué no realizaba protestas contra la minería informal, él respondió: “Si yo viviera en Madre de Dios, mi principal atención tendría que ser esa”. Una respuesta aceptable, si no fuera porque –como se le recordó en Perumin– su agrupación también había estado en las protestas contra la gran minería en Tía María y Las Bambas. En Madre de Dios, más bien, no había gran minería.

Luego, aun cuando el ganó en el 2018 la alcaldía distrital de Cocachacra, Islay, es muy poco lo que ha hecho por mejorar el acceso al agua, en una zona donde cerca del 90% vive de la agricultura. De los cinco proyectos vinculados con el sistema de abastecimiento de agua potable o riego en dicho distrito, tres tienen 0% de ejecución. Una situación similar a la que ocurre a nivel regional, donde cinco de siete proyectos vinculados al agua o riego para Islay también tienen 0% de ejecución.

Como dice María Cecilia Villegas, “si hubiese una real preocupación medioambiental, los políticos y expertos contrarios a Tía María estarían trabajando para erradicar la minería informal”.

En 20 años, Tía María generará alrededor de S/5.460 millones en canon y regalías para Arequipa. Si toda esa plata se invirtiera en educación, podrían construirse 1.820 colegios en Arequipa. Afirmar, como Glave, que el proyecto Tía María solo interesa a Southern es, francamente, deshonesto, como dice Augusto Townsend.

El gobierno no debe dejarse engañar. Hay quienes están implementando una estrategia de no diálogo, disfrazada de un llamado a realizar nuevas e interminables mesas de diálogo. Basta ver el pliego de reclamos del comando de lucha popular por la defensa del Valle de Tambo que incluye, oh sorpresa, el pedido de convocatoria a nuevas elecciones y la disolución del Congreso. Impredecibles no son.