La izquierda apoyó a Humala a sabiendas que tenía calaveras en el armario de los derechos humanos; y que muy probablemente por huir de ellos y no por un súbito celo patrio es que se lanzó al ‘locumbazo’, ese gratuito y tardío levantamiento militar sin ningún efecto en la caída de Fujimori. Mucho caviar votó por él (yo me abstuve), porque consideró que era mejor un cachaco socialista que la hija de quien cargaba con todo el stock de los delitos de corrupción. Las ironías sobraron: Humala no hizo una gestión socialista, y Fujimori no está condenado a 25 años por corrupción, sino por autoría mediata en crímenes de lesa humanidad (sí, de esos mismos que Ollanta, cuando capitán atribulado, habría cometido, inmediato, en Madre Mía).
He ahí el dilema y el doble estándar del otro lado, anunciado con bombo patriótico: tras declarar héroes a los comandos Chavín de Huántar (con lo que estoy de acuerdo), vino un ánimo de ‘voltear la página’ para los militares comprometidos en excesos de la lucha antisubversiva. Hasta hay una moción para declarar héroe a Luis Giampietri por su papel en la liberación de los rehenes y a pesar de estar involucrado en el Caso El Frontón.
No, lectores de bandos opuestos. Los dilemas no se resuelven con doble estándar, sino con posiciones firmes. O volteo la página para todos o castigo a todos. El grado de severidad o de perdón se decide tras un debate.
Otro caso de doble estándar o falso dilema lo plantea el reglaje abusivo, ese que no se basa en la lucha contra el crimen, sino en la intriga y la extorsión política. No hay que perdonar a los cogidos en falta ni tampoco a esos espías con fines subalternos. Me escandalizo al pensar que es posible que, en plena campaña electoral del 2011, se haya forzado al Ministerio Público y al Poder Judicial para autorizar, desde el Ministerio del Interior, el ‘chuponeo’ al entorno de un candidato presidencial. Ese abuso de recursos del Estado para interferir voluntades e intrigar tiene que ser prevenido y desmontado, si persiste.
Dicho esto, debemos pelear para que esos audios que comprometerían a Humala en un delito (compra de testigos) que taparía a otro de lesa humanidad sean tan prueba válida como las agendas de Nadine. No apañemos ni a chuponeados con rabo de paja ni a chuponeadores retorcidos.
Lo mismo digo del reglaje denunciado por el ministro Jorge Nieto a sí mismo y a su secretaria general María Ferruzo. Que aporte las pruebas de lo que no dudo que existe y que expectore del Ministerio de Defensa a quien ha generado –más allá de la inocente anécdota de si fue o no a la peluquería en horario y coche inadecuado, están los nombramientos a personajes ligados a ella– una crisis que salpica a todo el gobierno.