Este año tendremos que celebrar el Día de la Madre en casa y no en un restaurante. Para que el festejo sea un éxito, es bueno saber que la vida de las mamás ha cambiado mucho, pero que no todas sienten igual ni esperan lo mismo. Veamos esos cambios.
El gran cambio para Carmen, la mamá Conservadora que se quedaba cuidando el hogar, es el tener la casa llena todo el tiempo, como cuando sus tres hijos eran niños. Y ahora extraña esa salida diaria para las compras (siempre falta un detalle, incluso a las más acomodadas) que la distraía de su vida de casa.
Para Marleny, la mujer Moderna que combinaba hogar y trabajo, su vida ha dado un salto inmenso. Aunque en su escritorio, o en la zapatería, soñaba con estar más tiempo con su familia, hoy el sueño cumplido la abruma. Trabajar (por ejemplo, vender cosméticos por teléfono) junto con entretener y ayudar a hacer tareas a sus hijos cansa. Peor aún cuando su cabello crece desordenado y no puede ir a la peluquería.
Sofi, la mamá Sofisticada, un poco más tecnológica, quizás la pasa mejor. Ella hace “home office” todo el tiempo y, con suerte, logró que María, la nana de Santiago Jr., pase la cuarentena con ellos. Y además su esposo Santiago, Sofisticado como ella, se ocupa de las clases virtuales de su hijo y de varias tareas del hogar.
Por cierto, los esposos de Carmen y Marleny también cambian su rol. Pablo, de estilo de vida Progresista, que nunca tuvo domingos ni feriados en su taller textil, por primera vez participa de la vida de hogar. Fernando, el oficinista Formalista que hacía el mercado los sábados, hoy también limpia y arregla la casa.
Doña Antonia, la mamá Austera, no ha variado tanto su vida pues debe salir diariamente a vender en el mercado las mascarillas que cose el Austero Aldomiro, su esposo. Sabe que se arriesga y gana poco, pero deben comer.
Y lo más probable es que el domingo próximo cocinen los hombres. Pero no podrá ser la clásica parrillada, sino algo que incluya también el ambiente distinto que era central en el festejo de antes. Y deberán esforzarse por tener algo de la experiencia del restaurante criollo que tanto gusta a Carmen, de la cevichería donde bailaba Marleny, o del restaurante de autor, de Sofy. Experiencia que, como saben los buenos dueños de restaurantes, que se preparan para el regreso de sus operaciones en la nueva normalidad, nunca podrá ser reemplazada solo por un buen sabor, ni por el delivery.
¿Y cómo celebrará doña Antonia? Ella pasará también una linda tarde, pues su hijo Yoni, que perdió su trabajo en una pollería y ahora se ‘recursea’, hará a la brasa las dos aves que les donó una empresa avícola solidaria. Feliz día a todas la madres.
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