Si algo vamos aprendiendo en estos 26 días de confinamiento y emergencia, es que nadie se va a salvar solo: empatía y solidaridad nos permitirán superar la crisis que nos golpea y que nos costará miles de millones de soles superar en los próximos meses (por no hablar de las oportunidades perdidas). Mientras más rápido aceptemos esta realidad, mejor.
El coronavirus tiene múltiples enemigos y eso está muy bien, pero por momentos pareciera que el Perú tiene más enemigos que el COVID-19. ¿Exagero? Me temo que no: existen tres elementos capaces de agravar los efectos de la pandemia entre nosotros. Veamos:
Individualismo. Ganar a río revuelto no es solo el afán de especuladores económicos, sino de políticos irresponsables que piensan en las próximas elecciones. Esta semana continuó el carnaval demagógico: parlamentarios que proponen “postergar” el pago de pensiones universitarias (como si administrativos y catedráticos pudieran dejar, de la noche a la mañana, de cobrar sus sueldos), escolares (¿servicios, alquiler de locales y planilla docente, quién los paga?) y hasta la posibilidad de “congelar” alquileres (como si no hubiera personas que dependan de dichos ingresos para su supervivencia). Son propuestas que traerían mayores perjuicios en sectores ya golpeados, lo que no quita que en casos concretos se activen mecanismos de apoyo a estudiantes (becas) y familias vulnerables. Pulverizar la cadena de pagos complica aún más los esfuerzos del Gobierno, pero para algunos solo importan los votos.
Indolencia. Muchas empresas se acercan al abismo de la quiebra e intentarán sacrificar puestos de trabajo para evitarla, pero ello no pasa por dejar a miles de trabajadores en el desempleo sin compensaciones ni derechos. La Confiep expresa hoy una urgencia, pero toca al Estado fiscalizar y evitar excesos. Nos asomamos a una nueva realidad laboral, que será fruto de esta coyuntura, pero no por ello exenta de derechos. En cada caso se deberían brindar compensaciones a quienes resulten afectados porque detrás de cada uno existe una familia. No se trata de simples números.
Indiferencia. Recibo testimonios muy duros acerca de la situación remunerativa (pero sobre todo pensionaria) de policías y militares, a quienes vemos exponiendo su integridad –e incluso la vida– mientras ejercen el control ciudadano, clave para contener la pandemia. De este tema no se habla, y si bien los aplausos de la población son merecidos, no bastan. Egoísmo, indolencia e indiferencia agravan los efectos de esta pandemia. No permitamos que suceda.