El partido de los homofóbicos versus los homofílicos (estoy en este bando) está empatado. Les cuento por qué:
El proyecto de Carlos Bruce no tiene una oposición absoluta, sino que enfrenta alternativas que buscan retacearlo. La del pastor Julio Rosas destila odio por donde se le mire y no cuenta ni con el respaldo de los fujimoristas duros de su bancada. Descartémosla.
El proyecto de Martha Chávez, en cambio, sí plantea una serie de derechos, pero, a diferencia de la unión civil de Bruce, las parejas del mismo sexo no son considerados parientes en primer grado ni su relación se asentaría en el Registro Civil. De esa forma, se corre el riesgo de que el derecho de familia pese más que la relación y al morir un gay, por ejemplo, los jueces otorguen sus bienes a los familiares, en lugar de la pareja con la que formalizó su vínculo.
Pero Chávez cuenta con los conservadores de otras bancadas. Uno de ellos es Juan Carlos Eguren, del PPC, presidente de la Comisión de Justicia, que debe pronto dar un dictamen sobre ambos proyectos. Pues sé de buenas fuentes que Eguren promovió un encuentro entre Bruce y Chávez para que concilien sus proyectos. Me cuentan que en la reunión hubo dos puntos irreductibles. Chávez no acepta ni de vainas, pues choca con su sacrosanta idea de la familia ‘straight’, que la pareja homosexual se considere pariente de primer grado. Bruce no se apega a formalismos y está dispuesto a ceder en algunos puntos, pero solo si se garantiza a la pareja el goce de derechos esenciales. Por lo pronto, ya habría cedido en que el proyecto no solo sea para gays y lesbianas sino también para heterosexuales que, como plantea Chávez, por diversas razones prefieran un vínculo distinto al matrimonio. Si es así, bien cedido ese punto.
¿Pero cómo garantizar, si no se asienta en el Registro Civil, que las nuevas parejas hereden entre sí? Le consulté a Mario Castillo Freyre, constitucionalista del PPC, pues sé que suele discutir estos temas en su partido, que busca ser el fiel de la balanza en el pleno. Me dijo que la clave conciliadora está en el artículo 326 del Código Civil, que regula las uniones de hecho (concubinatos) y les otorga plenos derechos, casi idénticos a los de los esposos, incluida la herencia. O sea, habría que copiar los beneficios de las uniones de hecho para las nuevas parejas y la relación asentarla en la ‘parte de derecho de familia del Código Civil’, que no es lo mismo que el Registro Civil.
Si algo destaco de este empate es que hemos llegado al punto en que los conservadores no quieren dejar constancia histórica de su homofobia. Eguren no quiere ser señalado como el primer enemigo de la unión civil (además, si vota contra Bruce, siendo presidente de la comisión, podría perder como me lo hacen ver los activistas pro unión civil que han hecho lobby entre los congresistas y creen ya tener 8 votos de 16). Keiko no quiere cargar con el voto LGBT en contra para el 2016 (esa fue una de las razones por las que perdió en el 2011) y Nadine –Ollanta no sabe no opina en esta materia– como presidenta de su partido y candidata al 2021 tendrá que preocuparse de que su bancada de la ‘antigua gran transformación’ no se quede tan corta de ruta y la pegue de excluyente.
Carlos Bruce debe tener todo esto en cuenta a la hora de conciliar con la dulce Martha Chávez.