¿Por qué no votaré por la Vero?, por Ricardo Vásquez Kunze
¿Por qué no votaré por la Vero?, por Ricardo Vásquez Kunze
Ricardo Vásquez Kunze

Sin duda, no será porque escribió una línea en una de las agendas de Nadine Heredia que no votaré por Verónika Mendoza. A diferencia de la dueña de las agendas, no creo que Mendoza sea deshonesta y, por el contrario, creo que demostró su honestidad política cuando, al año de iniciado el gobierno de los Humala-Heredia, renunció al Partido Nacionalista porque el gobierno no cumplió con lo que ofreció al electorado. Pudo haberse quedado a disfrutar las mieles del poder como lo hicieron durante cinco años “los serviles y prostituidos lacayos” que se quedaron hasta el final, pero no lo hizo. Y eso, en un país como el Perú, donde todos se atornillan a la mamadera, ya es digno de respeto.

Pero es precisamente por esa honestidad y consecuencia política que respeto que no votaré por ella. Resucitar la gran transformación –la mayoría de los que la idearon están ahora en su barco– o algo que se le parezca, matices más o menos, sería un desastre para el Perú, como lo ha sido en otros países de América Latina. No tiene sentido ponerme a discutir aquí sobre la filosofía que anima a la candidata del Frente Amplio a proponer esto o aquello. En todo caso, sí tiene sentido exponer que mi filosofía para elegir gobierno es siempre esta: nunca votar por alguien que tiene por plan aumentar los impuestos, esto es, sacarme más plata de la que me quitan hoy del bolsillo.

 “Mi patria es aquella en la que se pagan menos impuestos”, decía el actor francés Gerard Depardieu, nacionalizado ruso a raíz de que el gobierno socialista de François Hollande decidió que todos aquellos que tuvieran ingresos de más de un millón de euros pagaran 75% de impuestos sobre la renta. Sí, leyó bien: ¡75%! O sea, tres cuartas partes de sus ingresos para el estado de bienestar que es el modelo de Estado que Verónika Mendoza y el Frente Amplio proponen para el Perú a través de un cambio constitucional. 

He elegido el ejemplo de Francia porque de allí se nutre buena parte de la formación socialista de Verónika Mendoza. Hubiera podido elegir Grecia o España, por no poner a Venezuela o a Cuba como ejemplos de estados de bienestar, pero con Francia basta para probar mi punto: un país en crisis económica y social que hoy, ante el fiasco de su modelo, busca incentivar el empleo a través de una ‘ley pulpín’ que procure el bienestar que no ha podido lograr el alza de impuestos.

“¿Y a ti por qué te preocupa que les suban los impuestos a los más ricos si no eres rico?”. Muy simple. Porque los ricos, a través de los precios de los bienes y servicios de sus empresas, me van a trasladar sus impuestos a mí, que no soy rico. Y yo ya estoy harto de que me esquilmen como a rico. ¿Y usted?