El coronavirus ha puesto en jaque a todo el planeta. Ha exigido de los gobernantes y de la población actos de fe y sacrificios. Los peruanos tuvimos “la suerte” de contar con un presidente que se irguió como nuestro papá y nos aseguró que no había nada de qué preocuparse. “Sabemos lo que viene, estamos preparados para enfrentarlo”, sentenciaba un confiado Vizcarra, hace menos de tres meses.
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