El funcionario lee que su aprobación ha bajado 13 puntos en solo un mes y la bilis áurea golpea su interior. Luego de calmarse con una manzanilla del color de sus amores decide salir a caminar para repasar las posibles razones. Pega un post-it que no es ni verde ni rosado en su escritorio avisando que volverá y, tras bajar la gran escalera, su rostro recibe la luz de la plaza. Entre los arcos empieza a especular qué puede haber hecho mal. ¿Será por cubrir esos murales del centro pintados por artistas? ¡Ni que fueran De Szyszlo! Además, ¿qué es eso que leí ayer de que Barcelona y Buenos Aires están promoviendo el arte en sus paredes? Si esas ciudades están hasta las huevas con doble yema, carajo. Un heladero de D’Onofrio distrae su mirada. Qué lindas, en cambio, si todas las paredes fueran de un solo color. A ver, ¿qué más…?
Se detiene ante un puesto y se compra una Inca Kola. Qué hermosa brilla bajo ese sol que ha salido solidario para todos. Prosigue. ¿Será porque le inventé una excusa al Congreso cuando me citó por desactivar la reforma del transporte y me fui a Madrid? Je, je, je. Qué buena me salió. Y ese discurso, bonito. Mi gente me lo ha dicho. Sí, pues, le dije a los españoles que Lima es un país con mucha biodiversidad y distintos pisos económicos. Estaba nervioso, ¿y? ¡¿Pero qué?! ¡¿Un ambulante vendiendo discos?! Ah, Los Beatles. “Yellow Submarine”. Pasa. ¿En qué estaba?
El jirón de la Unión lo recibe con su olor a pollerías y le despierta el hambre. Se sienta. No, no me des pollo. Solo papas y ese ají tan bonito. Qué lindo plato, redondo y monocromático, si hasta provoca marcarle un aspa encima. En cambio qué feo ese verde del Río Verde. ¿Será que me pescaron otra mentirilla cuando dije que ese proyecto no existe? Je, je, je. Ayer un columnista se quejaba porque mandé al tacho la recuperación de 6 kilómetros del río Rímac, con parques y malecones para cinco distritos, para hacer mi ‘by-pass’ de la avenida Arequipa. Es que ese idiota no sabe lo lindo que va a quedar. Lima necesita oxígeno, pero para eso ya tiene el Circuito Mágico del Agua –¡hermoso, con mi logo en los chorros!– y los parques zonales que pueden funcionar como clubes. El funcionario pide otra Inca Kola y, mientras eructa, piensa que tal vez se le pasó la mano al culpar a los chosicanos por su tragedia cuando fue su anterior gestión la que zonificó la quebrada San Antonio. Pero la gente es así, pues. No mide el riesgo. Prefieren la comodidad ahorita que los cambios a largo plazo. Por eso, que vuelvan las combis y sus carreras locas y no esos sistemas que cuestan taaaaanto poner en operación y a mí no me dejan nada en el corto plazo. Y cuatro años sin reelección sí es corto plazo. ¿Será por todo esto que bajó mi aprobación? Quién sabe. Igual, todavía me apoya un huevo de gente.
No como a esa tía odiosa, je, je, je.
El funcionario mira su reloj y pide la cuenta. En un rato le van a presentar el modelo a escala del intercambio en la avenida Naranjal porque, je, je, je, esas maquetas se ven bien bonitas en la tele. Lo malo es el nombre de esa avenida, voy a ver si lo puedo cambiar.
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