Gianela Sipion


El costo de la no se reduce al dinero que desaparece de las arcas públicas, pues este mal conlleva implicancias más allá de lo evidente. La corrupción sigue siendo un problema fundamental en el Perú y es uno de los temas centrales que ocupa toda discusión sobre política pública y oportunidades de desarrollo de cara a la celebración de nuestros dos siglos de independencia.

Se dice que el Perú perdió más de S/25.000 millones por corrupción e ineficiencia de las autoridades durante el 2022, según una ponencia del contralor general de la República, Nelson Shack. Debemos precisar que el año pasado se identificaron responsabilidades en 8.730 funcionarios públicos.

¿Qué le hace la corrupción a nuestro país? Por ejemplo, la percepción de desconfianza de la población en las instituciones desfavorece los incentivos para invertir o hacer negocios. También la corrupción trae consigo serios problemas económicos; este tipo de corrupción incrementa el atraso de las obras públicas a través de su incidencia en las contrataciones del Estado. Es un mal que afecta a países desarrollados y subdesarrollados, menoscabando sus economías y el bienestar de sus poblaciones al restarles acceso a bienes y servicios que contribuyan con su calidad de vida y sostenimiento. La corrupción no es ajena a ningún país.

Este mal, evidentemente, tiene raíces en la población. Es el resultado de un deterioro en las cualidades morales de una sociedad que se ve más propensa a quebrar las reglas éticas en la búsqueda de beneficios personales.

El mayor o menor impulso y generalización que esta pueda tener dentro del Estado seguramente tendrá relación con los valores y las pautas históricas de quienes detentan el poder, con el grado de intervención estatal y con la capacidad de los órganos que administran la seguridad y la justicia, pero difícilmente se podría dar un Estado corrupto dentro de una sociedad con altos valores éticos.

Finalmente, hay que decir que la corrupción es multicausal, cíclica y oculta, aunque hay sociedades que la han visibilizado y permitido cada vez más. Lamentablemente, existe una relación entre ella y pobreza, dictadura o falta de democracia. Más pobreza y menos democracia es igual a mayor corrupción, y viceversa.



*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Gianela Sipion es estudiante de Derecho de la Universidad Femenina del Sagrado Corazón