Fernanda Pizarro

El pasado 11 de octubre, se conmemoró el Día Internacional de la Niña, un día que nos permite visibilizar y hacer frente a las problemáticas que enfrenta esta población hasta el día de hoy.

De acuerdo con información de la ONU, apenas el 12% de las metas establecidas en esta materia en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) están en camino a cumplirse para el 2030. Una situación que pone en riesgo a más de 630 millones de niñas y mujeres en todo el mundo. En el caso del Perú, los datos recopilados por Plan International revelan una situación aún más alarmante.

Uno de los principales problemas son los altos niveles de violencia. En el país, un promedio diario de 55 niñas son víctimas de violencia sexual en sus entornos familiares. Esta situación empeora con la obstrucción de servidores públicos al acceso al aborto terapéutico.

Otra forma de abuso normalizado es el acoso callejero. En nuestro país, las niñas deben lidiar a diario con piropos, comentarios y observaciones sexistas que atentan contra su libertad, generando sentimientos de angustia y temor. Sin embargo, el acoso no solo se da en espacios públicos, sino también en los espacios virtuales donde las menores en cualquier momento pueden recibir mensajes o imágenes hostigadoras.

Por otro lado, con relación a la salud y el bienestar de las niñas, uno de los desafíos pendientes en agenda es la problemática del embarazo adolescente y la educación sexual. En el país, cada hora seis adolescentes de 15 a 19 años se convierten en madres, una cifra que no ha variado significativamente durante los últimos diez años.

Asimismo, la educación menstrual es una fuerte vertiente de lo que queda por mejorar con relación al bienestar de nuestras niñas. Según el Banco Mundial, se estima que aproximadamente 500 millones de mujeres carecen de acceso a productos menstruales a escala global. Según un informe de Unicef (2020), el 99% de las niñas experimentan vergüenza en la escuela durante su período menstrual y, aunque no todas dejan de ir a la escuela durante la menstruación, más de un tercio (35,6%) faltan a la escuela mensualmente durante su período. Añadido a ello, tenemos una escasez de instalaciones adecuadas para la salud menstrual. Según el Ministerio de Educación (2022), menos de la mitad de los locales educativos (47%) tiene conexión de agua a la red pública. La cifra es aun menor en las áreas rurales.

El país tiene una gran deuda con las niñas y adolescentes, y no se puede hablar de una infancia plena sin seguridad. Lamentablemente, la desigualdad y la violencia tienen rostro de niña, por lo que se debe trabajar de manera articulada entre el Estado, la cooperación internacional, la academia y la sociedad civil para construir un entorno seguro que permita a las niñas crecer sin miedo y convertirse en lideresas del mañana.

Fernanda Pizarro es Estudiante de Ciencia Política y Gobierno en la PUCP