Gino Sáenz

Por las celebraciones de los 202 años de vida de nuestro Perú, la presidenta se dirigió al hemiciclo del Congreso para pronunciar el tradicional discurso presidencial. A través de los años, nuestros gobernantes se dan este espacio para rendir cuentas de su gestión, así como anunciar compromisos de políticas para el futuro. Respecto de su contenido, diría que presentó lo esperado. Sin embargo, sí hubo cosas que llamaron poderosamente mi atención. A continuación, comparto con ustedes mis impresiones.

El discurso fue extenso. Abrumadoramente largo. Fueron más de tres horas en las que la presidenta pretendió exhibir qué gobierno recibió (o en qué condiciones), una “foto” actual, logros de su gestión y planes a futuro. Considero que esta ha sido, tal vez, la principal debilidad del discurso: si bien el contenido de las 72 páginas es valiosísimo, fue complicado seguir el hilo narrativo por tanto tiempo. Esto último pudo haber sido contraproducente con los intereses de la presidenta. Sí, la ponencia cumple con rendir cuentas al país y ver que, dentro de todo, se ha estado trabajando. No obstante, el alcance de su fue, a mi entender, limitado. Peor aún, lamento que no se haya abordado propiamente la confianza del sector empresarial, clave para enrumbar la economía.

Probablemente, el peruano presenta tres inquietudes principales hoy: la inseguridad ciudadana, la economía y los desastres naturales. En solo dos años, los robos diarios en Lima crecieron cerca de un 90%. Por ello, la presidenta enfatizó el estado actual de la policía, más activa y presente en las calles y en las zonas de alto riesgo. Además, anunció que la lucha contra el narcotráfico se incorporará a la agenda central del despacho presidencial. Pero lo que tal vez resultó más llamativo fue la solicitud de facultades para legislar en seguridad (además de otros temas). Así, busca afianzar el intercambio de información entre diversas entidades públicas e incorporar a más jóvenes a actividades policiales. Mención aparte merece la figura de la expulsión de extranjeros en situación irregular o que delinquen. El mensaje fue contundente y parece que serán estrictos en este punto.

Respecto al tema económico, se enfatizó en el programa Con Punche Perú y una sorprendente cifra de 8 mil millones de soles, así como otras ayudas financieras. Sin embargo, una vez más, consideraría que no será suficiente: la brújula la mueve el sector privado y es incierto si esta iniciativa estatal dará las garantías y la confianza necesarias para llevar a cabo nuevos proyectos. Saludo, ciertamente, el destrabe de proyectos en infraestructura y demás (como Chavimovic III), que otorgan empleo a muchos peruanos. Sin dudas, ese es el camino que se debe transitar. Sobre este último punto, Boluarte mencionó la rápida respuesta ante el estado crítico de hace unos meses y afirmó que su gobierno viene preparando el Plan Multisectorial para combatir el fenómeno de El Niño Global con una inversión de S/1.769 millones. Pero me temo que estos esfuerzos sean insuficientes, pues el trabajo preventivo en el último tiempo ha sido prácticamente nulo. Y si a esto le sumamos las sequías, heladas y epidemias, el paisaje es escalofriante.

Hubo temas importantes que la presidenta tocó en su discurso y que es importante mencionar. Destacan, por ejemplo, sus disculpas por los muertos en protestas, reafirmando su compromiso de apoyar a los familiares de las víctimas en cuanto sea posible, así como cooperar con las investigaciones correspondientes, donde nadie debe quedar impune. Esta es una buena señal, pues manifiesta un deseo de tender puentes para el diálogo y la reconciliación, claves para el desarrollo del país. Además, el hecho de que esté presta a colaborar con las investigaciones por presunta corrupción son un buen inicio, pero el tiempo dirá si esto efectivamente es así. También puso sobre la mesa la elección de congresistas por distritos uninominales y la bicameralidad, puntos que podrían ser el eje de debates en el corto plazo.

En suma, fue un discurso aceptable. Personalmente, hubiese esperado que se aborde más el tema de la precarización laboral y la informalidad, ambos tópicos acuciantes en nuestro país. Además, no se formularon intenciones a largo plazo, lo que hubiese servido para dar predictibilidad a la audiencia sobre cómo se manejará el Gobierno. Se mencionaron noticias prometedoras en materia internacional (la presidencia pro témpore de la Alianza del Pacífico, la APEC, la sede de la Comisión Regional de la Organización Mundial del Turismo para las Américas, entre otros). Esto apoya la exposición peruana en el mundo, lo que beneficia al comercio. Si el Gobierno logra conducir bien los diálogos y brindar confianza al empresariado, el futuro podría ser mucho mejor. Un futuro construido entre todos por un objetivo claro: el crecimiento del Perú.


Gino Sáenz es estudiante de Economía de la Universidad del Pacífico