Presidenta Dina, su negligencia hará del Perú otra utopía de criminales. Al norte, su colega Guillermo Lasso pudo evitar el festín que Ecuador es hoy para el narcotráfico. Pero esta no es una comparación; Lasso sí adelantó elecciones. Y es una contienda electoral la que ha sacado a la luz los intereses de buenos y malos. Fernando Villavicencio lo sabía, y lo mataron por decirlo.
El asesinato de un candidato presidencial que apuntaba a derrocar el reinado de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y la mafia albanesa, habla de un escalofriante nivel de violencia en el país petrolero, cuyo responsable conforma el binomio narco-estado. Así, califican al corto gobierno de Guillermo Lasso como un Estado fallido, cuando las redes delincuenciales han secuestrado el sistema judicial, la política y la seguridad.
Heredó el error y no hizo nada. Lenín Moreno desmanteló la política de seguridad. Eliminó instituciones como el Ministerio Coordinador de Seguridad y el Ministerio de Justicia y fusionó el Ministerio del Interior con el de Política. Presidenta, usted sigue la misma incuria cuando propone crear la Policía del Orden, armar a los serenazgos o declarar a su antojo estados de emergencia sin un plan de trabajo; para colmo, no se castiga a la violencia. Tremenda tarjeta de invitación aprovechada ya por el Tren de Aragua.
Hay dos explicaciones que llevan al narcotráfico a asesinar a actores políticos durante un proceso electoral. Ecuador es el puerto fluvial de salida para la coca; sus productores, Colombia y el Perú. Por eso se involucran en la selección de candidatos y financiamiento de campañas, para que, al llegar al poder, implementen políticas a su favor, generando impunidad. Otra opción es matar a rivales políticos, lo que resulta más difícil de aceptar para Lasso, pues sería aceptar el fin de la democracia. Pero de eso se trata un narco-estado.
Presidenta Dina, el Perú ya está en un ‘corru-estado’, y usted sigue sin hacer nada.