Melissa Vargas Lavado

Desde sus orígenes, se suele decir que la tarea más importante de los comunicadores es proporcionar precisa y, sobre todo, verificable. Para garantizar la democracia en la sociedad, es fundamental cumplir con esta labor, ya que se requiere de la participación activa de una ciudadanía bien informada, capaz de tomar decisiones y cuestionar los asuntos que le concierne.

El paradigma cambia drásticamente en el actual entorno digital, en el que el ‘clickbait’ y la viralización de las han cambiado la manera en la que consumimos la información, pues estos prevalecen sobre la veracidad. Nos de-senvolvemos en una sociedad cada vez más conectada, en la que todos somos capaces de crear y compartir nuestro propio contenido sin cuestionamientos ni remordimientos.

En consecuencia, es común escuchar e incluso difundir noticias falsas, convirtiéndonos así en los responsables de abrirle las puertas a la ‘infoxicación’.

Esta problemática afecta a la sociedad en su conjunto, pero se presenta como un desafío aún mayor en las poblaciones de escasos recursos. En estas comunidades, las noticias tienden a ser aceptadas sin cuestionar su veracidad debido a la limitada disponibilidad de fuentes confiables, dando así lugar a una brecha comunicacional que obstaculiza la consecución de la justicia social.

En ese contexto, las ciencias de la comunicación nos permiten contribuir activamente a mejorar el país mediante la promoción de la alfabetización mediática y el empoderamiento informático de la población. El encargo que la sociedad nos brinda a los comunicadores y a los medios de comunicación es sumamente delicado y requiere de una actitud responsable. El impacto que genera la información que difundimos nos convoca a ser exigentes con nosotros mismos para preservar la existencia de la democracia y garantizar su veracidad.

Como profesionales, nuestra labor no se limita únicamente a transmitir datos, sino a ser los guardianes de la verdad. No podemos conformarnos con la versión superficial de los hechos y debemos comprometernos a combatir la desinformación a través del ‘’, cuestionando y profundizando la información.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Melissa Vargas Lavado es estudiante de Ciencias de la Comunicación en la UCV