Hace unas semanas, en su cuenta de Twitter, el congresista Alejandro Cavero (Avanza País) dijo que la izquierda ha inculcado resentimiento y complejos entre los peruanos. “Basta de buscar dividirnos”, señalaba. Sin embargo, pese a que su última frase suena alentadora, culpar a una ideología política también es una forma de división.
El congresista publicó este tuit en respuesta a un video que mostraba a un hombre discutiendo con un joven. El hombre decía: “Tú no eres cholo como yo. Sabes hablar inglés. Lo sé porque lo veo en tus ojos, en tu cara. Ustedes son racistas. Cuando queremos ir a un buen lugar no nos dejan ingresar. Tu ADN está lleno de sangre blanca”. El joven, por su lado, solo se limitaba a preguntarle por qué decía lo que decía, pero cada respuesta del señor era aún más incoherente que la anterior.
No se puede negar que la división de clases ha existido desde hace siglos en nuestro país; pero en la segunda vuelta entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo esta salió a relucir mucho más que antes, tanto en las redes sociales como en las pláticas con familiares y amigos. Las diferencias ideológicas, al ser discutidas aún más que antes, nos han llevado a este panorama político-social tambaleante en el que nos encontramos. Esto se debe, principalmente, a que las ideologías que se discuten tienen más en común de lo que se cree: están en los extremos. Sin embargo, la historia nos ha enseñado que los extremos no son viables. Buscar líneas divisorias, impulsadas por la discriminación, solo nos aleja más como sociedad. Esto es perjudicial para nuestro país, ya que nos retrasa en el camino de ser una sociedad que acepte y celebre sus diferencias. No obstante, para lograr esto también es necesario un Estado donde haya igualdad de oportunidades para todos.
Si bien es un sistema de política, cultura y ‘mass media’ lo que construye la sociedad en la que vivimos, los periodistas tenemos una responsabilidad con los ciudadanos: proporcionarles la verdad. Y la verdad siempre es imparcial y debe ser investigada exhaustivamente. En la segunda vuelta del 2021 se evidenció que varios medios de comunicación se encontraban parcializados por su simpatía hacia determinado político o partido. Por un lado, esto es inevitable. Es natural simpatizar con un determinado grupo político. Sin embargo, al buen periodista le debe nacer intrínsecamente el deseo de querer difundir información verdadera con el propósito de que la gente pueda tomar decisiones favorables para su vida y su labor como ciudadano. Pero, para lograrlo, dicha información debe ser imparcial. A veces puede ser difícil, en especial si nos dejamos llevar por nuestras emociones; pero, por eso mismo, nuestra labor no es sencilla. Nosotros podemos y debemos separar los acontecimientos de nuestros sentimientos, ya que, si dejamos que nuestros sentimientos intervengan al dar una noticia, estaremos sesgando terriblemente a la población.
El país puede mejorar a través del periodismo y puede curar uno de sus cánceres más agresivos: la discriminación. Pero todo comienza con nosotros y con la información que ofrecemos. Esta tiene que ser verdadera y verificada. Además, se debe priorizar la veracidad de la información para reforzar el pensamiento crítico entre la población. A partir de allí, podremos crear una ciudadanía más educada e introspectiva, que pueda escoger conscientemente a sus representantes políticos, así como también respetar y celebrar las diferencias entre sus compatriotas.