Renatto Luyo

He de entender al como la oportunidad terrenal más virtuosa que tiene el hombre para predicar la verdad. Porque, ¿qué es la verdad si no el camino para ser libres? Gran responsabilidad reposa en los hombros del . Sus palabras, cuales fueran, recaen en la inmensidad de un país herido, desconfiado. No obstante, gran posibilidad también reposa en los hombros del periodista. Sus palabras, cuales fueran, pueden ser luz, en la medida en que describan los hechos con transparencia y juicio justo. La preocupación detrás de un reportaje, la franqueza de una nota informativa, la virtud de una opinión e incluso el rigor de un análisis; cuando el ejercicio periodístico se respalda en la verdad, quien tiene ojos y lee, también entiende; y quien tiene oídos y oye, también razona.

Puede concebirse al periodista como un agente de cambio que se niega a sí mismo; es decir, a sus más grandes sesgos y subjetividades, con el fin de velar por la integridad del país, al esclarecerle la verdad o, en su defecto, al protegerlo de la mentira. Porque, ¿qué es la mentira si no una forma de esclavitud? Lo impreciso, lo falso, lo vago; el periodismo coexiste con aquel principio lógico que señala: aquello que no se sujeta a la verdad, se abraza con la mentira. En tiempos convulsos como el que vivimos, la mejor forma que tiene el periodista de contribuir con la idea de un país mejor es precisamente la más primaria e inmediata: comprometerse de forma consciente con la verdad, la sensatez y la sabiduría, antes que con la prisa, la injusticia y la vanidad.

Todo emana de allí y en ello todo desemboca. Lo demás son consecuencias lógicas. El resto viene por añadidura. Mil variables emergen y se integran al periodismo de forma orgánica, tales como la democracia y la política. Casi se hacen una con él. ¿Y cómo no? Si del periodismo surgen ideas, debates y pensamiento crítico. Aun así, la moral y la ética configuran una conversación quizá más oportuna en estos días. Porque, ¿qué es un día si no una oportunidad? He de pensar en el hombre virtuoso detrás del periodista y en cuán significativa puede ser su labor si se condicen el uno con el otro. Si, sobre todo, en la plenitud de su convergencia, eligen fundamentarse en la verdad o –quizá– la verdad elige fundamentarse en ellos. Y realmente no hay mucho más que agregar. Y de pronto no hay mucho más que decir. He de aspirar a ejercer el periodismo de forma responsable; en honor a la verdad, en honor a lo que es cierto.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Renatto Luyo es estudiante de Periodismo de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC)