Sergio Herrera

Algunos lo tildan de generalista y otros, de desgastante. Pero quienes nos iniciamos en sus caminos sabemos que su esencia reside en aquellos lares. Se interna en los pasillos del poder y las escenas del crimen para obtener la versión más fiel de los hechos. Luego se vale del ingenio humano para procesar la información y difundirla. Quizás no influye en la salud ni en los bolsillos del ciudadano de a pie, pero forma parte de sus rutinas y conversaciones. Se mimetiza en millones de vidas y puede actuar a discreción. Por ello, el debe ser responsable.

Actualmente, la opinión pública en el se ha polarizado en fuerzas antagónicas que ahogan iniciativas de debate. Ante el desprestigio del Gobierno y del Congreso, el escepticismo hacia la asoma como nubes espesas que presagian una tormenta autoritaria. El periodismo debe contribuir a remediar esta situación fiscalizando a las autoridades por igual. Exponer a un Ejecutivo negligente hacia las protestas sociales y la epidemia del dengue, a un Parlamento corrompido por agendas particulares que apuntan al blindaje de aliados y la cooptación de organismos autónomos, y a un sistema democrático que agoniza ante la ausencia de partidos y líderes.

Si el periodismo capta esta realidad cruda de forma constante, impulsará la idea de que nuestra política no está regida por héroes y villanos, sino por agentes con intereses variados. Así, menos gente apelará al ‘terruqueo’ para exponer una simple discrepancia. Conceptos añejos como el de “mano dura” o del “caudillo salvador” también perderían fuerza ante un ciudadano que es consciente de la importancia de las instituciones e ideologías como motor de un país. Y, en última instancia, elegiríamos mejores opciones cada cinco años.

Evidentemente, no podemos olvidar la digitalización del periodismo como herramienta de cambio. Si un lector prefiere un carrusel a una infografía o un ‘reel’ a una nota impresa, los periodistas deben trabajar el doble para sintetizar los puntos claves de una noticia. Además de saltarse la vía fácil que representa el ‘clickbait’. Las piezas digitales deben ser estrategias para fidelizar nuevas audiencias, no asesinas de la profesión y sus principios. De lo contrario, el internauta puede verse seducido por las ‘fake news’ que pululan en chats y muros como cantos de sirena a la distancia.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Sergio Herrera es estudiante de Periodismo de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC)