Es asombroso pensar cómo el CADE Universitario, en dos días y medio, puede dar lecciones que te durarán toda la vida. Este evento realizado en la Escuela Naval del Perú, en el que participamos más de 500 líderes universitarios de 13 regiones del país, ha sido un espacio de reflexión, inspiración, pero, sobre todo, el llamado a la acción.
En este evento tuvimos el privilegio de recibir una docena de charlas de destacados líderes del mundo empresarial, la sociedad civil y el sector público. Ellos, además de compartirnos sus experiencias enfrentando los grandes problemas del país, nos motivaron a poner manos a la obra para solucionarlos, ya sea a través de la participación ciudadana o la incursión en la política. Además, gracias al Desafío Mibanco y a Colectivo23, nos llevamos una metodología de acción para generar cambios reales. Soy testigo de que en los espacios de la Escuela han nacido grandes ideas y proyectos que van a cambiar el país y estoy muy emocionado por verlos en acción en los próximos años.
Estoy convencido de que no se puede amar realmente al Perú sin conocerlo, y no se puede conocer al Perú sin conocer a su gente. Una de las experiencias que más impactaron en mí fue conocer las historias de vida de los demás cadeístas. Muchos de ellos traen consigo historias de esfuerzo y superación de enormes obstáculos y brechas sociales, motivados por una inquebrantable vocación de servicio hacia quienes los rodean.
He tenido el honor de conocer desde futuros maestros que apuestan por una educación pública de calidad, hasta próximos líderes de las industrias minera y manufacturera que sueñan con contribuir al desarrollo económico de sus regiones. Desde cadetes de la Escuela Naval que, siguiendo el ejemplo de Grau, anhelan dedicar su vida al servicio de la Patria, hasta otros jóvenes que, como yo, aspiran a construir un mejor país desde la gestión pública. Quisiera mencionar a cada uno de ellos y contar cómo me han inspirado, pero me quedaría sin páginas en el diario. Solo me queda agradecerles y desearles el mejor de los éxitos en su trabajo por el país.
“Firme y feliz por la Unión” es el lema del Perú, aunque sea poco reconocido y usado en estos días. Y cómo no sentirse ingenuo al repetirlo, en tiempos en los que el país parece descoserse por la extrema polarización y el miedo. Sin embargo, quiero decirles que no cedan ante el cinismo, porque hay esperanza. Y hay esperanza porque hay jóvenes, como los que he podido conocer en estos días, que están comprometidos a dar todo de sí para enmendar las divisiones y brechas que nos separan. Agradezco a IPAE, a la Escuela Naval del Perú y a todos los participantes por esta increíble experiencia.