Marian Poblete

El paisaje diverso y cautivador del a menudo nos hace olvidar que nuestro aire no es tan puro como las postales de Machu Picchu. Los rayos del sol que deberían darnos calidez en nuestros días se enfrentan a una cortina de neblina grisácea que nos recuerda la batalla invisible que se libra en nuestros cielos.

Las partículas suspendidas y los gases tóxicos emitidos por vehículos y fábricas se mezclan en una danza química que impacta a nuestros pulmones y al medio ambiente en formas insidiosas. Los científicos han estado sumergiéndose en este problema, desentrañando sus secretos y explorando sus consecuencias para nuestra salud y bienestar.

Gracias al trabajo científico, la conciencia pública sobre la urgencia de abordar este problema se ha incrementado, alentando a los gobiernos y a la sociedad a actuar.

La tecnología, en tanto, ha dado un giro valiente en esta lucha. Sistemas de monitoreo en tiempo real, sensores portátiles y aplicaciones móviles otorgan a los ciudadanos el poder de acceder a información valiosa.

¿Quién habría imaginado hace años que nuestros dispositivos inteligentes se convertirían en compañeros en la lucha por un aire limpio?

Sin embargo, no debemos encomendar solo a la y la tecnología la tarea de la restauración. La educación ambiental es el fundamento sobre el que se construye todo este edificio. Ha llegado el momento de que todos nos hagamos responsables y entendamos que el futuro del Perú reside en un equilibrio entre el progreso y la sostenibilidad.

Entonces, mientras observamos las nubes grises que oscurecen nuestro cielo, recordemos que también podemos ser las fuerzas del cambio que disiparán esas sombras. La ciencia, la tecnología y la educación nos brindan las herramientas, pero son nuestra pasión y compromiso los que transformarán ese futuro oscuro en un horizonte lleno de claridad.


*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Marian Poblete es estudiante de Ingeniería Ambiental en la UTEC